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Las historias de los elegidos - Sexta parte

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«Te afligió, te hizo pasar hambre y te sustentó con maná, comida que ni tú ni tus padres habían conocido, para hacerte saber que no solo de pan vivirá el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre». Deuteronomio 8: 3

EL CARÁCTER DE LOS ELEGIDOS

¿TE HAS FIJADO EN lo que quiere decir el texto de hoy? Hay ocasiones en que Dios permite que tú y yo pasemos hambre para revelarnos el poder feroz de nuestro propio apetito. Yo lucho con el mío. Yo había llegado en avión para un fin de semana en un encuentro al aire libre, había alquilado un automóvil e intentaba dar con el campamento. Tenía mucha hambre desde el aterrizaje del avión, pero no encontraba dónde comer. Y cuanto más conducía, más hambre tenía y más molesto me sentía, hasta que por fin me quejaba a voces (afortunadamente, solo pudo hacerlo Dios). En ese instante centelleó en mi mente el recuerdo de Jesús aguantando cuarenta días y cuarenta noches sin un bocado. Y me sentí abochornado, humillado por el poder de mi propio apetito. ¿Qué declaró Jesús a Satanás? «El hombre y la mujer no solo vivirán por el apetito, sino por toda palabra que procede de la boca de Dios».

La razón debe desbancar al apetito. La fe debe elevarse por encima del alimento. Nuestra vida ha de estar dictada por nuestra mente, no muestro vientre: «Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo. El fin de ellos será la perdición. Su dios es el vientre, su gloria es aquello que debería avergonzarlos, y solo piensan en lo terrenal» (Fil. 3: 18, 19). Está claro que el llamamiento que Dios extiende a la santidad, ser suyos por entero, es también un derecho sobre nuestro apetito. Sí, pero el consumo de alcohol es mucho peor que la glotonería, ¿no? «La Palabra de Dios coloca la glotonería al mismo nivel que el pecado de la borrachera» (Consejos sobre salud, cap. 2, p. 56). Entonces, ¿qué esperanza hay para aquellos de nosotros cuyo apetito puede usurpar tan fácilmente el asiento del conductor?

El Deseado de todas las gentesdescribe la agotadora tentación de Jesús en el desierto: «Recorriendo el terreno que el hombre debe recorrer, nuestro Señor ha preparado el camino para que venzamos. No es su voluntad que seamos puestos en desventaja en el conflicto con Satanás. No quiere que nos intimiden ni desalienten los asaltos de la serpiente. “Tened buen ánimo —dice—; yo he vencido al mundo” [Juan 6: 33]. Considere al Salvador en el desierto de la tentación todo aquel que lucha contra el poder del apetito. Véalo en su agonía sobre la cruz cuando exclamó: “Tengo sed” Él padeció todo lo que nos puede tocar sufrir, Su victoria es nuestra» (cap. 12, pp. 101, 102; la cursiva es nuestra). Entonces, ¿no saldremos con su poder viviendo su victoria hoy?

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