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¿Qué llevas en tu equipaje?

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«Él es quien perdona todas tus maldades, el que sana todas tus dolencias, el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias». (Salmo 103:3-4, RV95).

TODOS, SIN EXCEPCIÓN, vamos por la vida con un equipaje formado por experiencias, chascos, fracasos, frustraciones y llanto, que conel paso del tiempo pueden transformarse en toneladas de culpa que restan la energía y aminoran los pasos. En algunos, la culpa pesa más que los aciertos, hundiéndolos en el desánimo y la desesperanza. Pareciera que, con intención premeditada, hacen la lista de los errores y los pintan de negro, para obtener la compasión de los demás.

La culpa es una poderosa artimaña del enemigo de Dios; esta nos conduce, sin darnos cuenta, al autocastigo, la conmiseración y la vergüenza. En este punto, no podemos apropiarnos de las bendiciones que vienen envueltas en los sencillos placeres de la vida cristiana. La usamos como un látigo con el que nos golpeamos sin misericordia, debilitando nuestra energía física, espiritual y emocional. Muchas veces es un sentimiento infundado que se genera en una dicotomía entre lo que crees y lo que haces. Como bien escribió el autor británico Edmund Burke: «La culpa nunca ha sido racional; distorsiona todas las facultades de la mente humana y las corrompe; le quita la libertad de razonar y lo deja confuso».

El sentimiento de culpa solo nos es útil cuando nos lleva a una introspección, nos hace conscientes de lo que no hemos hecho bien y nos conduce a la reparación de los daños y a una conversión total de la conducta. Es cuando tomamos responsabilidad de nuestros actos ante Dios, ante nosotros mismos y frente a los demás, que la culpa tiene algo de bueno.

Amiga, el dedo bondadoso de Dios nunca te señala acusador; frente a tus errores y pecados, él se muestra misericordioso y te ofrece su gracia salvadora. Hoy es día de revisar el «equipaje» y soltar todo lo que estorba para el cumplimiento del plan de Dios para tu vida. Para desechar la culpa:

• Acepta lo que no puedes cambiar del pasado.

• Responsabilízate de lo que haces.

• Haz las paces contigo misma; perdónate.

• Recibe el perdón de Dios.

• Desecha el perfeccionismo; todos nos equivocamos y tú también.

• Aprende de tus errores para crecer. Deja la culpa a los pies de la cruz y tu caminar por la vida será más ligero.

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