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Cuatro secretos para sobrevivir al terremoto económico venidero - Primera parte

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«No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros, pues el que ama al prójimo ha cumplido la ley». Romanos 13: 8

EL CRUCE DE LOS ELEGIDOS A LA ETERNIDAD

¿SABES CUANTO ES un millón de dólares? Si apiláramos billetes de mil dólares uno encima de otro muy apretados, un millón de dólares tendrían una altura de diez centímetros. ¿Y mil millones de dólares? Necesitarías una pila de cien metros. ¿Y un billón de dólares? Eso requiere una pila de billetes de mil dólares de, cien kilómetros. Y, ¿cuál es la deuda actual del gobierno de Estados Unidos? La pila para saldarla se extendería más allá de la estación espacial internacional, ¡más de mil cien kilómetros en el espacio! Y eso no incluye los intereses. Pero si tomásemos toda la deuda estadounidense (pública y privada, del gobierno y personal) algunos cálculos dicen que, en conjunto, los ciudadanos de mi país debemos hasta 95 pilas de mil kilómetros de billetes de mil dólares. No es de extrañar que haya quien piense que, en la sociedad de hoy, la palabra «deuda» es una palabrota. ¿Hay esperanza para ti y para mí? Sí Para el terremoto económico que retumba bajo nuestros pies ahora mismo hay cuatro secretos vitales de supervivencia para los elegidos. Mientras adoras, sopésalos.

Secreto 1. Elimina tus deudas.Todos los asesores financieros prudentes que conozco son unánimes en esto. ¿Qué clase de deudas? ¡Todas! Pero empieza con tus tarjetas de crédito. Lleva a cabo lo que Dave Ramsey denomina «plastectomía»: corta tu plástico en pedazos. «Pero yo saldo mi(s) tarjeta(s) de crédito cada mes». Ramsey calcula que gastamos entre un 12 y un 18% más usando plástico aunque saldemos el crédito mensualmente. ¿Por qué? Porque nada ralentiza el gasto como ir contando el efectivo. «Pero ya debo un enorme saldo en tarjetas de crédito». Entonces empieza a pagar más del mínimo. Los emisores de tarjetas de crédito te quieren adeudado de por vida. Salda tus tarjetas empezando con la de menor saldo para que puedas tener éxito lo antes posible. Reduce tu tasa de interés. Llama a la compañía. Preferirán tenerte como cliente a perder tus pagos por completo. Y habla con alguien. Rompe la cadena de vergüenza de la deuda. No estás solo. Hablar es el primer paso hacia la ayuda.

Llovía, así que yo hacía ejercicio corriendo sobre mi cinta motorizada, preocupado por circunstancias y preguntándome cómo iba a resultar todo. De repente vi dos pajarillos azules posados en el árbol mojado frente a mi ventana. Los miré fijamente mientras corría. Saltaron a otra rama y ambos se giraron hacia mí, como si quisieran que los mirara un buen rato. ¿Parecen preocupados o inquietos? El Padre celestial en el que confían, ¿no me hizo también a mí? Entonces, ¿por qué habría de estar yo preocupado o inquieto? ¿No debería yo confiar en él? Porque, ¿no le soy de más valor que dos pequeños pajarillos azules?

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