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La madurez espiritual es un proceso

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«Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia». (Proverbios 3:5).

LA MADUREZ ES un proceso continuo que abarca todos los aspectos del ser y todos los años de vida de una persona. Hoy hablaremos de la madurez espiritual como un proceso que inicia cuando aceptamos a Jesús como nuestro salvador personal y tomamos la decisión de deponer nuestra voluntad para someternos a la suya. Esta decisión de dependencia continúa desarrollándose diariamente a través de la oración, de la lectura sistemática de las Sagradas Escrituras, de la obediencia a sus mandatos y del servicio con espíritu abnegado a quienes puedan necesitar una mano. Vivir de este modo no será nunca una tarea concluida aquí en esta tierra; lo será solo cuando estemos en nuestro hogar en el cielo.

Mientras permanecemos aquí, en este mundo caído, es necesario que cultivemos interiormente y mostremos exteriormente el fruto del Espíritu Santo, que «es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley» (Gal. 5:22-23).

La madurez espiritual es notoria cuando, sin titubeos, somos capaces de distinguir con claridad, afectividad y asertividad la diferencia entre lo bueno y lo malo, y con disciplina denodada escogemos hacer lo bueno, a pesar de cuán tentador pueda parecernos lo malo. Creo que este es nuestro mayor reto, aunque felizmente contamos con toda la ayuda de Dios, quien nos hace fuertes y fieles.

Haremos bien en recordar que la línea que divide lo bueno de lo malo, lo correcto de lo incorrecto, y la verdad de la mentira se muestra difusa y parece diluirse entre tantas teorías, filosofías y nuevos estilos de vida. Los debates van y vienen; algunos defienden la relatividad de los valores, asegurando que lo que a cada persona le parece justo y bueno es lo efectivo para ella. Consideran obsoleta la Palabra de Dios, y no válida para una sociedad que se mueve hacia lo moderno.

Mujer de Dios, camina segura y sigue las huellas que el Maestro dejó rumbo al Calvario. Levanta la voz y yérguete como una sierva fiel de Dios. Influye positivamente en los demás, mostrando en tu transitar diario las virtudes cristianas. No adoptes las opiniones populares para construir tu vida y la de tu familia; si lo haces, pones en peligro la salvación de los tuyos.

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