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La generación de Jesús: «Se nos conduce»

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«Luego el Espíritu lo impulsó al desierto». Marcos 1: 12

EL CRUCE DE LOS ELEGIDOS A LA ETERNIDAD

EN UNA OCASIÓN, Nissan promocionó sus relucientes creaciones con el eslogan publicitario «¡Nos conducen!». Por supuesto que sí, a todos nosotros. Algunos somos guiados por la necesidad de ser amados y aceptados. Otros somos llevados por la necesidad de ser ensalzados y aplaudidos. Otros, en fin, somos conducidos por la necesidad de complacer constantemente a gente importante con la que nos relacionamos, trátese de un progenitor, el cónyuge, el jefe o hasta el recuerdo de uno de ellos. Sin embargo, para que no lleguemos a la conclusión de que, de algún modo, es moralmente incorrecto ser conducido, nuestro texto de hoy nos recuerda que el propio Jesús fue conducido, no por las extravagancias emocionales que, sin duda, nos impulsan, sino conducido, pese a todo, por el mismísimo Espíritu.

Siempre me asombra esta reflexión sobre la vida de Jesús: «De las horas pasadas en comunión con Dios, [Jesús] volvía mañana tras mañana, para traer la luz del cielo a los hombres. Diariamente recibía un nuevo bautismo del Espíritu Santo» (Palabras de vida del gran Maestro, cap. 12, p. 105; la cursiva es nuestra). ¿Te has fijado? Cada día recibía una recarga de energía de la poderosa tercera persona de la Divinidad. La vida impulsada por el Espíritu era la búsqueda y la experiencia cotidianas de Jesús. ¡Ojalá que todos fuésemos conducidos así!

Pero, ¿por qué es tan esencial este Don, especialmente para los elegidos? Simple. El Espíritu Santo es el secreto de la vida semejante a la de Cristo que llevan los 144 000 inmediatamente antes de que este regrese. Fíjate atentamente cómo describe El Deseado de todas las gentes esta causa y su efecto: «El Espíritu Santo es el aliento de la vida espiritual. El impartimiento del Espíritu es el impartimiento de la vida de Cristo. Comunica al que lo recibe los atributos de Cristo» (cap. 84, p. 761; la cursiva es nuestra).

En un mundo en el que los héroes más populares de la humanidad cuentan con una estrella incrustada en la acera del Bulevar Hollywood, Dios suscita una nueva generación conducida a emular a un Héroe radicalmente diferente y exponencialmente mayor. ¿Cómo dice ese viejo canto evangélico? «¡Ser como él de corazón!, es mi sola aspiración; en cualquiera condición quiero ser cual Cristo». Bueno, podría ser el canto de la generación de Jesús: tan simple y, con todo, tan centrada es esa oración. La respuesta está en una vida conducida por el Espíritu, porque solo cuando nos conduce el Espíritu podemos llegar al destino de una vida semejante a la de Cristo.

Entonces, ¿tratas de encontrar este año el regalo de Navidad acertado para la persona que lo tiene todo? ¿Quieres encontrar el regalo perfecto para ti? ¿Qué tal el Regalo que «trae todas las demás bendiciones en su estela» (El Deseado de todas las gentes, cap. 63, p. 642)? ¡Qué más potente oración para ser elevada por la generación de Jesús en el filo de la eternidad! Pidamos el Don ahora mismo.

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