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Como árboles

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«Y crecerán como hierba bien regada, como álamos a la orilla de los ríos». (Isaías 44:4).

EN EL ESTADO DE OAXACA, en México, existe un árbol milenario A llamado el Árbol del Tule. Algunos aseguran que su tronco es el más grande del mundo, con un diámetro de más de 14 metros y una circunferencia de 44 metros aproximadamente. Se necesitan treinta personas tomadas de la mano para poder rodearlo. Este árbol es algo excepcional que la naturaleza ofrece a los visitantes del lugar. Sin embargo, antes de llegar a ser lo que es hoy, fue un arbolito frágil, quizá movido por el viento, en algunas ocasiones sin agua y en otras inundado por las tormentas. En medio de todas las adversidades, fue creciendo en altura, su tronco se hizo grande y fuerte, y nada logró derribarlo. Hoy se yergue como un ejemplo de fortaleza.

Dios espera que nosotras, sus hijas, seamos como «árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo y su hoja no cae, y todo lo que hace prosperará» (Sal. 1:3, RV95). Algo así como el Árbol del Tule. Cada una de nosotras hemos sido plantadas en nuestro propio terreno y es ahí donde debemos echar raíces para después crecer, hacernos fuertes poco a poco (y a pesar de las adversidades) y dar fruto.

¿Cómo llegó el Árbol del Tule a alcanzar la altura que tiene hoy? Buscando siempre el cielo, donde está la luz; y hundiendo sus raíces cada vez hacia lo más profundo de la tierra. Estas son dos cosas que nosotras también podemos hacer: 1) poner nuestra mirada en el cielo, de donde viene nuestra Luz, para que así podamos crecer espiritualmente (a lo alto) y 2) extender nuestras raíces cada vez más profundamente en el conocimiento de la Palabra de Dios y en nuestra relación con él. De ese modo, nada podrá doblarnos.

Cada mujer de Dios es como un árbol. Posee características que la hacen única: sus frutos nutren al hambriento, y en su sombra se refugian los necesitados. La sombra del Árbol del Tule puede abrigar a unas quinientas personas, ¿cuántos encuentran cobijo, cuidado y cariño bajo la tuya? Es tu privilegio vivir tu vida de tal manera que seas para quien observa un árbol frondoso, robusto y acogedor.

Un día, muy pronto, el jardinero celestial vendrá, y con el mismo cuidado que nos plantó en la tierra seremos trasplantadas al jardín del cielo.

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