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Miguel se puso de todos los colores y José bajó la velocidad. Jailyn, va vestida con sandalias, pantalones cortos y una blusa con miles de margaritas. Al verlos, ella les sonríe. Jailyn: Hola, chicos. ¿Hacia dónde van? Miguel: Hola Jailyn José: Vamos a comer. ¿Quieres venir con nosotros?
Jailyn: Claro. Iba de camino al restaurante chino, pero creo que eso puede esperar.
José: ¡Genial! La puerta de atrás está abierta. El aire acondicionado no funciona bien, pero no vamos muy lejos.
Jailyn (ocupa el asiento trasero): No te preocupes, traigo agua.
Miguel le lanza una mirada a José y este sonríe. Jailyn se abrocha el cinturón de seguridad.
José: Estábamos hablando del fin del mundo. Jailyn: ¿Ah sí? ¿Y qué pensaban exactamente? José: Estábamos pensando qué haríamos si supiéramos que va a suceder.
Jailyn: Bueno, probablemente deberíamos pensar en eso. Quiero decir, cuando el mundo termine, ya no seremos iguales.
Miguel: Pero, ¿qué nos dices de todas las cosas que se supone que sucederán primero, como las plagas y los terremotos?
José: No lo sé. Siempre he pensado que al final todo eso valdrá la pena si nos vamos con Jesús.
Jailyn: Yo también. La gente siempre se preocupa por el tiempo del fino porque no alcanzarán a disfrutar alguna cosa de esta tierra; pero yo la mayoría de las veces solo pienso: Que pase lo que tenga que pasar. ¡Quisiera ya salir de
aquí!
Miguel: Pero algunas personas están tan obsesionadas con el fin del mundo que olvidan lo verdaderamente importante.
José: Bueno, Jesús es lo importante ayer, hoy y siempre. Nuestra relación con él, ¿sabes?
Jailyn: Sí, tener una relación con él.
Miguel: Entonces quizás estemos olvidando lo realmente importante y nos estamos enfocando demasiado en los fuegos artificiales. Tenemos que disfrutar el viaje mientras dure, pero no olvidando nunca cuál es el destino final.
José: ¡Eso me dio más hambre! Llegan al estacionamiento del restaurante. Jailyn: Ustedes son graciosos, chicos. Miguel: Bueno, es que no tenemos prisa.