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El «disparate» de Fulton

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«Nuestros antepasados fueron aprobados porque tuvieron fe» (Hebreos 11: 2)

Robert Fulton estaba loco. Todo el mundo lo decía. El pobre hombre pensaba que un barco podía moverse utilizando el vapor. Hasta 1807, el año en que Fulton hizo su demostración inicial, los motores de vapor habían movido las fábricas de telas, pero no las embarcaciones. La idea de que otro recurso que no fuera el viento pudiera mover un barco era ridícula, absurda y sencillamente descabellada. Cuando la gente hablaba del barco de Fulton no se refería a él por nombre, sino que lo llamaban el «disparate de Fulton».

Cuando Fulton comenzó a hacer pruebas de su proyecto, sus amigos y familiares tenían la impresión de que el barco iba a explotar. Como diría años después el mismo Fulton, en sus rostros se leía la palabra «desastre». Fulton no les hizo caso y el viaje inicial salió desde Nueva York para llegar a Albany, en contra de la corriente del río Hudson.

El «disparate de Fulton» no tenía la forma de un elegante yate. Era de fondo plano con una popa cuadrada y unas ruedas con paletas instaladas a ambos lados a la altura de la mitad del casco. Cuando «el disparate de Fulton» zarpó en su primer viaje, la gente dijo que parecía un aserradero al que se le había prendido fuego y que había sido instalado encima de una balsa. El «disparate» avanzó por el río durante veinticuatro horas antes de detenerse en Clermont, allí los pasajeros pasaron la noche. Al día siguiente continuaron río arriba hasta llegar a Albany, donde los recibió una entusiasta multitud.

El «disparate de Fulton» había logrado lo imposible: recorrer más de doscientos kilómetros en aproximadamente treinta y dos horas, con una velocidad promedio de ocho kilómetros por hora. En aquella época, un barco de vela demoraba cuatro días para recorrer la misma distancia. Nadie creía que el vapor movería un barco, hasta que Fulton demostró lo contrario. Nadie creía que el mar Rojo podría abrirse, hasta que Moisés demostró lo contrario.

Nadie creía que con una piedra se podía derrotar a un gigante, hasta que David demostró lo contrario. ¿Sabes por qué lo lograron? Porque tuvieron fe en Dios. Si ellos pudieron, tú también podrás. La pregunta que has de responder es esta: ¿Estás hoy dispuesto a iniciar tu «disparate»?

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