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Cuando veas moverse una montaña

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«Sin fe es imposible agradar a Dios» (Heb. 11: 6, RV95).

A VECES incluso a nosotros, los cristianos, nos cuesta confiar en el poder de la oración. Fíjate en lo que sucedió ya en la época de la iglesia Cristiana primitiva. El rey Herodes hizo «prender a Pedro. [...] Lo metió en la cárcel y lo puso bajo la vigilancia de cuatro grupos de cuatro soldados cada uno. [...] Mientras mantenían a Pedro en la cárcel, la iglesia oraba constante y fervientemente a Dios por él. [...] De repente apareció un ángel del Señor y una luz resplandeció en la celda. Despertó a Pedro con unas palmadas en el costado y le dijo: “Date prisa, levántate!”. Las cadenas cayeron de las manos de Pedro. [...] Pasaron por la primera y la segunda guardia, y llegaron al portón de hierro que daba a la ciudad. El portón se les abrió por sí solo, y salieron. [...]

»Entonces Pedro [...] fue a casa de María, [...] donde muchas personas estaban reunidas orando. Llamó a la puerta de la calle, y salió a responder una sierva llamada Rode. Al reconocer la voz de Pedro, se puso tan contenta que volvió corriendo sin abrir. “¡Pedro está a la puerta!” exclamó “¡Estás loca!”, le dijeron”. [...] Cuando abrieron la puerta y lo vieron, quedaron pasmados» (Hech. 12: 1-16, NVI).

Probablemente yo hubiera sido una más de esa iglesia que «oraba constante y fervientemente a Dios por Pedro», pero que cuando recibió una respuesta milagrosa a su oración, creyó que Rode se había vuelto loca. Seguramente también me hubiera «quedado pasmada». Y tú, ¿oras con fe, creyendo que Dios puede obrar milagros en tu vida? Responde con sinceridad: ¿Crees en el poder de la oración? Porque «sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan» (Heb. 11:6, RV95).

El evangelista Amzi Dixon (1854-1925) escribió: «Cuando dependemos de las organizaciones, recibimos lo que las organizaciones pueden lograr. Cuando dependemos de la educación, recibimos lo que la educación puede lograr. Cuando dependemos de los hombres, recibimos lo que los hombres pueden lograr. Pero cuando dependemos de la oración, recibimos lo que Dios puede lograr». ¿Dependeremos de nuestro nivel cultural, de nuestros seres queridos, de nuestra iglesia, o dependeremos de la oración?

Si comienzas hoy mismo a orar con fe, entonces no te quedes pasmada cuando un día de estos veas «moverse alguna montaña».

 “El Secreto de la oración está en la oración secreta”. Anónimo

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