Regresar

Yo te quiero +

Play/Pause Stop
«El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo» (Prov. 18:24, RV60).

CUENTA WALTER BURGHARDT que un hombre que estaba visitando al dueño de una taberna escuchó una interesante conversación entre dos campesinos que habían bebido más de la cuenta. Cada uno con el brazo sobre el hombro del compañero, los dos hombres discutían quién quería más a quién. Los dos elegían sus mejores argumentos para demostrar que tenían la razón. Entonces uno le preguntó al otro: «Dime, ¿qué es lo que me causa dolor?». Sorprendido por la pregunta, el otro respondió: «¿Y cómo voy a saber yo qué te causa dolor?». A lo que el primero añadió: «Si no sabes qué me causa dolor, ¿cómo puedes decir que me quieres de verdad?».*

¿Eres afortunada de tener amigas de verdad? ¿De esas que pretenden demostrarte que te quieren más de lo que tú a ellas? En realidad, si tienes una, puedes considerarte afortunada, es un tesoro del cielo. Yo soy una de esas afortunadas, y leyendo este relato viene a mi memoria una de las frases que mi amiga Amalia (a la que yo quiero más) me ha repetido muchas veces: «Tú qué crees, ¿que las amigas están solo para lo bueno? Pues que sepas que yo quiero estar también para lo malo» (hay veces en que un regaño suena a gloria). Por eso una amiga genuina tiene tan enorme poder curativo; porque observándonos, o directamente preguntando a quemarropa, se preocupa por saber qué nos causa dolor, y entonces llega cuando todos se van para aliviarlo de alguna manera, o simplemente compartirlo (lo cual es ya, en sí, un alivio). ¡Viva la amistad genuina!

¿Sabes qué causa dolor a tus amigas? ¿Has tenido la delicadeza de observarlas y conversar con ellas lo suficiente para tenerlo claro? Si es así, puedes decir que eres para ellas (o ellos, porque bien puede existir amistad entre un hombre y una mujer) una amiga genuina. Y ahora viene la segunda parte. Si de verdad eres una amiga de verdad: 1) Actúa rápidamente para ayudar a superar el dolor, o simplemente para ser el hombro que hace falta; y 2) no hagas tú ninguna de esas cosas que causan dolor (si involuntariamente lo haces, corre a corregirlo). La parte más fácil de la amistad también hay que cuidarla: genera alegría, lleva gozo a las vidas de tus amigas. Sé genuina.

“Difícilmente exista una fuente con mayor poder curativo que una amistad genuina”. Thomas Moore

* Walter J. Burghardt citado por Fernando Zabala en Saber vivir (Doral, Florida: APIA, 2014), p. 121.

Matutina para Android


Envía tus saludos a:
sirleydelgadillo@hotmail.com