El Dios en el que creo

GEORGE BUTTRICK, excapellán de la prestigiosa Universidad de Harvard, Estados Unidos, contaba cómo algunos estudiantes iban a visitarlo a su oficina para decirle: «No creo en Dios» o «He perdido la fe». Buttrick les contestaba: «Siéntate y cuéntame en qué clase de Dios no crees; seguramente yo tampoco creo en esa clase de Dios».*

¿Qué viene a tu mente cuando piensas en Dios? Todas tenemos un concepto de él, eso es inevitable, y muchas veces lo definimos por lo que no es. O simplemente hemos heredado y hecho nuestra la imagen de él que otros nos han mostrado; otros como nuestros padres, nuestros maestros, nuestros pastores y líderes en general. Pero ese concepto puede ser erróneo, tanto respecto a lo que es Dios como a lo que no es.

Si vienes de un trasfondo secular, tal vez pienses que Dios es un ser distante, pero lo cierto es que nuestro Dios es un Dios cercano, que padece con sus hijas fieles, que nos lleva de la mano en nuestras dificultades y envía a su Espíritu para que nos enseñe a moldear el carácter. Si vienes de un trasfondo católico, como es mi caso, tal vez te hayan transmitido la idea de un Dios justiciero, pero él es todo amor, como queda demostrado con el sacrificio en la cruz (sacrificio tanto para el Hijo como para el Padre, que tuvo que verlo sufrir por causa de nuestro pecado). Si has sido educada para creer solo en la ciencia tal vez consideres que Dios no entiende nuestra naturaleza, pero él se hizo humano como nosotras; no hay emoción que puedas sentir que no haya sentido él, elevada a la máxima potencia. O a lo mejor para ti tu dios eres tú misma, tus pasiones, tus metas, tus deseos, tu dinero...

Reflexionando en cuán mal o cuán bien me han influenciado las personas que han pasado por mi vida respecto al concepto que hoy tengo de Dios, me doy cuenta de lo cuidadosa que debo ser con lo que yo transmito. Porque a través de mis palabras y de mis actos, no puedo evitar estar transmitiendo un mensaje. Con todo lo que soy doy a entender qué es Dios para mí.

“Lo que viene a nuestra mente cuando pensamos en Dios es lo más importante de nosotros”. Aiden Wilson Tozer

* Philip Yancey, The Jesus I Never Knew (Nueva York; Walker, 1996), p. 347.