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Buenas nuevas

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«Este niño está destinado a hacer que muchos en Israel caigan o se levanten. El será una señal que muchos rechazarán, a fin de que las intenciones de muchos corazones queden al descubierto» (Luc. 2:34-35).

CUANDO EL MISIONERO cristiano Matteo Ricci viajó a China en el siglo XVI, llevó consigo representaciones de arte religioso que le ayudaran a impartir los conceptos del cristianismo. Sus oyentes entendían y aceptaban rápidamente la idea de una virgen con un bebé-dios en brazos, pero se horrorizaban ante las imágenes de la crucifixión. Cuando Ricci les explicaba que la razón principal del nacimiento de Jesús como hombre en esta tierra había sido morir en la cruz para salvarnos, ellos rechazaban ese concepto. Aceptaban únicamente adorar a la virgen, pero no al Dios crucificado.*

Salvando las distancias, en cierto modo nosotras tenemos una actitud parecida. Nos hemos hecho la representación mental de la Navidad que la Sociedad consumista ha querido vendernos: una adorable y dulce postal de una familia pobre, en un acogedor establo, con un adorable bebé y unos alegres pastores; todo alegría y felicidad. Y dejamos de ver las circunstancias durísimas que rodearon el nacimiento, la vida y la muerte del Salvador.

Para empezar, imagina lo que significó para María quedarse embarazada de un padre desconocido; podía haber sido apedreada por ello. Y eso de que era del Espíritu Santo? Por menos la encierran a una en un manicomio. Desde su concepción hasta su muerte en la cruz, pasando por el exilio en Egipto o el terror causado por la matanza de los inocentes, Jesús vivió bajo unas circunstancias especialmente duras. ¿Qué me dice esto de mi Dios?

Me dice «humildad», cuyo máximo representante es Jesús. Me dice «valentía», virtud que Jesús representó en toda su expresión. Me dice «confía en Dios», lo cual aprenderás a hacer observando a Jesús. Me habla de «sumisión», eso que tanto me cuesta, pero que Jesús encarnó a la perfección. Me enseña que Dios es amor; pero amor del bueno.

Edulcorar lo que en realidad supuso la encarnación de Jesús nos puede hacer perder de vista qué significa la Navidad realmente. La Navidad son las buenas nuevas de un Dios que decidió pasarlo mal por nosotros. No hay otra manera de entenderla.

“Nuestra celebración de la Navidad, adornada con villancicos y tarjetas de felicitación, puede hacernos perder de vista el mensaje que hay detrás de los hechos”. Philip Yancey

* Philip Yancey, The Jesus I Never Knew (Nueva York: Walker, 1996), p. 29.

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