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TIEMP0 DE ENCUENTR0

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Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Eclesiastés 3:1.

En el tiempo y según los caminos de Dios, los hermanos que habían sido tan malos con José lo verían de nuevo. José pasó trece años como esclavo y prisionero en Egipto, pero cuando tenía treinta fue nombrado gobernador de toda la tierra. Los siete años de abundancia llegaron como Dios había predicho, seguidos inmediatamente de otros siete años de hambre. La hambruna fue tan severa que se extendió hasta Canaán, donde vivían Jacob y su familia. Jacob había oído que Egipto era casi el único lugar donde se podía conseguir comida, así que envió a los diez hermanos a comprar grano.

José los reconoció inmediatamente, pero ellos no tenían ni la menor idea de quién era el que los recibió. Lo único que sabían era que los egipcios los habían escoltado para ver a este gran gobernador de Egipto, cuyo nombre sonaba extraño a sus oídos. Era Zafnat-panea, un total trabalenguas que sonaba más como una enfermedad.

José habló por medio de un intérprete, asegurándose de mantener su identidad en secreto. Los hermanos nunca supusieron que entendía cada palabra que ellos hablaban. En su mente había desarrollado un plan. Llevaría un poco de tiempo, pero estaba decidido a descubrir si todavía eran los hermanos celosos y rabiosos de su infancia, o si habían permitido que Dios cambiara sus corazones.

Así que José pretendió ser muy desconfiado. “Ustedes son espías”, los acusó. “Solo han venido aquí a reconocer la tierra”.

Los hermanos estaban espantados. “¡No! ¡No!”, respondieron. “No somos espías Solo vinimos a comprar grano.”

Después de escuchar las noticias sobre su padre, José los probó un poco más. Antes de dejarlos ir con el grano, los puso en prisión por tres días, tomando a Simeón como rehén hasta que pudieran traer a su hermano menor, Benjamín. Era un tiempo difícil para todos. José estaba más ansioso de saber la verdad sobre ellos, pero no se atrevió a apurar el asunto. Simeón, el único que había instigado el cruel trato de José, caminaba de un lado al otro por el piso de la prisión, verdaderamente arrepentido por su pasado, mientras el resto de los hermanos regresaba al hogar con las frentes fruncidas. Estaban preocupados.

¿Cómo persuadirían a su padre para que permitiera que Benjamín regresara a Egipto con ellos?

En la bondadosa providencia de Dios, estaban destinados a volver juntos nuevamente. Muchas veces, el Señor espera hasta que las personas estén listas para que él actúe.

 

 

 

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