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BUSCADO VIVO O MUERTO

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De manera que podemos decir confiadamente: el Señores mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre. Hebreos 13:6.

Como un día asfixiante y polvoriento seguía lentamente a otro y todavía no podían encontrar al profeta, Jezabel estaba furiosa. Rehusó admitir que el Dios del cielo había cortado el suministro de lluvia. En lugar de ello, razonaba que el largo período de sequía se debía al enojo de sus dioses.

 “Si tan solo pudiéramos encontrar a Elías y lo sacarlo del camino, ¡entonces habría lluvia!”, gritaba una y otra vez. Pero, sin importar cuán grande fuera la búsqueda, nadie en toda la tierra podía encontrar a Elías.

Elías no era un mago o un estafador. Después de que entregó su severo mensaje, Dios le dijo que huyera hacia el este, a un arroyo llamado Querit, que estaba frente al río Jordán, Allí podría esconderse con seguridad. También tenía mucha agua para beber y dos comidas gratuitas al día, servidas por cuervos que Dios mismo le enviaba.

Luego, un día Elías se despertó y descubrió que el arroyo Querit, que siempre fluía, se había reducido a un chorrito apenas. Dios le dijo que se dirigiera hacia el noroeste. “Levántate y ve a Sarepta”, le dijo.

Esta ciudad estaba en Sidón, el país de Jezabel: El corazón del paganismo y el culto a Baal Nadie pensaría en buscar al profeta en aquel lugar. Pero esa no era la razón por la que Dios enviaba a su hombre a Sarepta. Había allí una viuda que realmente creía en el Dios verdadero; el Señor sabía que ella cuidaría de su profeta.

 Cuando Elías llegó, la viuda estaba juntando palos para hacer un fuego a fin de hornear un pequeño pan. Luego, ella y su hijo tendrían que morir, porque no tenían más harina ni aceite con que preparar comida. Pero, Elías probó su fe y le pidió que primero le diera algo de pan a él, con la promesa de que Dios haría un milagro.

 Ella pasó la prueba y fue recompensada durante los largos días de hambre, al tener el barril de harina y la botella de aceite siempre llenos. Además de esto, cuando su hijo murió repentinamente, Elías lo resucitó por medio del poder de Dios. El hombre que estaba siendo perseguido fue el mismo medio de salvación de la vida de esta mujer y su hijo.

Elías simboliza a aquellos que tendrán que ponerse de pie por su fe justo antes de que Jesús vuelva.

Dios se encargará de ellos milagrosamente otra vez. Ha prometido no solo que asegurará su pan y su agua, sino también que tendrán protección de los enemigos de la fe.

 

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