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LLAMANDO A UN RECAUDADOR DE IMPUESTOS

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Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos, No he venido a llamar a justos, sino a pecadores. Marcos 2:17.

De toda la gente que vivía en Palestina, ninguna era más odiada que los recolectores de impuestos. Los romanos gobernaban el mundo y ostentaban el privilegio de recolectar los impuestos a los judíos más ricos del pueblo o a los que podían conseguir la cantidad justa de dinero. Como agentes al servicio del Gobierno romano, se requería que los publicanos recaudaran impuestos del pueblo y de la tierra. Pero, como recaudadores de impuestos, podían cargar precios exorbitantemente altos sobre el pago requerido. Al robarse la diferencia, esto hacía que la profesión fuera muy rentable.

Mateo era un publicano, y los fariseos lo habían juzgado como un gran pecador por su trabajo. Pero Jesús vio en este hombre tanto un corazón listo para recibir las buenas nuevas como un futuro discípulo amante. Mateo había oído a Jesús predicar, y su corazón fue tocado. Un día, mientras estaba sentado en su cabina de peaje, levantó la vista y vio a Jesús que venía hacia él.

“Sígueme”, dijo Jesús, con un brillo en sus ojos.

Mateo estaba sorprendido de que Jesús incluso lo hubiese notado, pero sin ninguna duda dejó su trabajo y lo siguió,

Mateo estaba tan feliz que celebró una fiesta para Jesús. Invitó a sus parientes y amigos, incluyendo no solo a los publicanos sino también a otros que estaban en la escala más baja de la clase social. El rango no importaba para Jesús. Aceptó la invitación para ser honrado como invitado porque disfrutaba de tener a su alrededor y de alentar a aquellos que realmente querían aprender el verdadero camino de la vida.

Cuando los fariseos oyeron que Jesús fue a la fiesta de Mateo y hasta comió con los publicanos y los pecadores, usaron esto como una oportunidad para acusarlo. Al igual que Satanás, querían crear duda y división.

¿Por qué vuestro Maestro come con publicanos y pecadores?”, preguntaron a sus discípulos.

Jesús no esperó a que los discípulos respondieran, y dijo a los fariseos que había venido a llamar a pecadores al arrepentimiento.

Estos líderes religiosos de corazón frío se creían superiores a cualquiera, pero Jesús les mostró que los pecadores, a quienes ellos condenaban y despreciaban, estaban verdaderamente más cerca de su Reino de lo que ellos lo estaban.

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