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MONUMENTO DE AMOR

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De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que esta ha hecho, para memoria de ella. Marcos 14:9.

Judas olió algo. Sus fosas nasales se dilataron cuando captó la fragancia del bello regalo de María hacia Jesús. "¿Por qué no se vendió este perfume y se dio el dinero a los pobres?”, susurró con intensidad.

No era que a Judas le importaran los pobres: si se hubiera vendido el perfume, él, como tesorero, habría manejado el dinero. Las pobres no habrían recibido nada porque Judas, probablemente, se hubiese robado el dinero, Pero los demás que estaban alrededor de la mesa rápidamente captaron sus horribles sentimientos.

María escuchó la murmuración y las críticas. Tenía miedo de que su hermana pensara que el regalo era extravagante, y hasta que Jesús lo considerara demasiado caro. Pero cuando se dirigía hacia la puerta, se detuvo en su camino. La voz de Jesús se pudo escuchar por sobre la murmuración.

“Déjenla en paz. ¿Por qué la están molestando? Ha hecho una buena cosa. Siempre tendrán a los pobres con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán”.

La mirada que Jesús le dio a Judas lo convenció de que su crítica hipócrita había sido leída como un libro abierto. Cuando Jesús elogió a María, el aguijón alcanzó a Judas hasta los huesos.

Simón, el anfitrión, fue influenciado por la crítica de Judas. Quedó pensando en su corazón que si Jesús fuera realmente un profeta, sabría que la mujer que lo tocaba era una pecadora. Y Simón lo sabía muy bien: él era uno de aquellos que la habían conducido a pecar.

Simón era un verdadero fariseo: no podía olvidar el pasado de nadie, incluso si se había convertido. Jesús, amablemente, le mostró el amor y la compasión de Dios. En lugar de revelar públicamente los pecados del hombre, Jesús contó una historia sobre dos deudores, uno que debía quinientas monedas y otro que adeudaba cincuenta. A ambos se les perdonó su deuda.

“Dime”, preguntó Jesús, “¿cuál amará más?”

Simón captó el punto. Al que se le había perdonado más, amaría más. A María se le había perdonado mucho; por ese motivo ella amaba tanto a Jesús.

Jesús dijo a todos que el hermoso acto de María se recordaría siempre, porque fue hecho con amor. A lo largo de los siglos, el legado de María acompañaría el de Jesús. Y dondequiera que su historia se contara, la de ella también se relataría.

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