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ENCUENTRO A UN JESÚS RESPLANDECIENTE

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A mediodía […] yendo por el camino, vi una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los que iban conmigo. Hechos 26:13.

Los sacerdotes y los gobernantes de Jerusalén estaban furiosos. Cuando los creyentes en Jesús huyeron a otras ciudades, estos líderes se estremecieron de odio y determinaron perseguirlos, aun si esto significaba dejar el país.

Algunos de los creyentes encontraron refugio de la terrible persecución huyendo a la antigua ciudad de Damasco. Aquí predicaron sobre el Salvador, y muchos eran convertidos.

“¡Deben ser detenidos!”, exclamaron las autoridades. “¡Debemos juntarlos a todos y traerlos de regreso, para un juicio!”

Saulo, activo y profundamente comprometido en perseguir a los creyentes, estaba feliz de ofrecer sus servicios como voluntario para esta misión especial. Desde la muerte de Esteban, Saulo había sido elegido como miembro del Sanedrín. Su desempeño activo en el juicio y la muerte del diácono hicieron que los líderes se dieran cuenta de que tenían a un joven entusiasta defensor de su sistema religioso. Con plena autorización, Saulo se dirigió hacia el norte, para la gran redada.

Le llevó casi una semana de caminata cubrir los aproximadamente 249 km, pero finalmente Saulo y sus asistentes divisaron la hermosa ciudad de Oasis, Damasco.

De pronto, una luz cegadora más brillante que el sol del mediodía brilló alrededor de ellos. Era demasiado brillante como para que la soportara cualquier ser humano. Atónitos, Saulo y los demás cayeron de lleno sobre sus rostros. Luego, una voz habló en un hebreo tronante:

"Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?"

Aunque los otros hombres oyeron el sonido, no pudieron entender las palabras. Pero Saulo las oyó claramente, "¿Quién eres, Señor?”, balbuceó en contestación.

“Soy Jesús, a quien estás persiguiendo”.

Al perseguir a aquellos que creían en Jesús, Saulo estaba peleando directamente en contra del mismo Señor.

Aunque temblaba de miedo, la mente de Saulo corría a toda velocidad. Todas las profecías y los pasajes de las Escrituras, junto con sus convicciones secretas y sentimientos pasados, encajaron en su sitio. Ahora se dio cuenta de que había estado siguiendo fanáticamente a Satanás, y estuvo haciendo su terrible trabajo.

¡Jesús era verdaderamente el Mesías, el Salvador del mundo!

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