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La oración nos ayuda a crecer espiritualmente

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«Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra». Colosenses 3: 2, NVI

LA LLAVE  DE LOS DEPÓSITOS CELESTIALES

EL QUE ESTÉ DECIDIDO a entrar en el reino espiritual encontrará que todos los poderes y las pasiones de la naturaleza pecaminosas, respaldadas por las fuerzas del reino de las tinieblas, están preparadas para atacarlo. Cada día debe renovar su consagración, cada día debe batallar contra el pecado. Los hábitos antiguos, las tendencias hereditarias hacia el mal, se disputarán el dominio, y contra ellos debe siempre velar, apoyándose en el poder de Cristo para obtener la victoria. [...]

La Epístola a los Colosenses está llena de lecciones de gran valor para todos los que sirven a Cristo, lecciones que muestran la sinceridad de propósito y las metas elevadas, que manifestará la vida de aquel que representa correctamente a su Salvador. Renunciando a todo lo que pueda impedirle realizar progresos en el camino ascendente, o quiera hacer volver los pies de otros del camino angosto, el creyente pondrá de manifiesto en su vida diaria misericordia, bondad, humildad, mansedumbre, tolerancia y el amor de Cristo.

Necesitamos el poder que se deriva de una vida más elevada, pura y noble. El mundo abarca demasiado de nuestros pensamientos, y el reino de los cielos demasiado росо.

No hemos de desesperarnos en nuestros esfuerzos por alcanzar el ideal de Dios. A todos se nos promete la perfección moral y espiritual por la gracia y el poder de Cristo. Él es el origen del poder, la fuente de la vida. Nos lleva a su Palabra, y del árbol de la vida nos presenta hojas para la sanidad de las almas enfermas de pecado. Nos guía hacia el trono de Dios y coloca en nuestros labios una oración que nos pone en estrecha relación con él. Cristo coloca a nuestra disposición los agentes todopoderosos del cielo. A cada paso sentimos su poder viviente.

Dios no fija límites al avance de aquellos que desean ser «llenos del conocimiento de su voluntad, en toda sabiduría e inteligencia espiritual» (Col. 1:9). Por la oración, la vigilancia y el desarrollo en el conocimiento y comprensión, son «fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria» (vers. 11). Así recibimos la preparación necesaria para trabajar en favor de los demás. Es el propósito del Salvador que los seres humanos, purificados y santificados, seamos sus ayudadores. Demos gracias por este gran privilegio a Aquel «que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz. Él nos ha librado del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su amado Hijo (vers. 12-13)».Los hechos de los apóstoles, cap. 45, pp. 354-355.

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