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La influencia de la perfecta armonía

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«Por eso yo [...], les ruego que vivan de una manera digna del llamamiento que han recibido [...]. Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz». Efesios 4: 1-3, NVI

UNA IGLESIA UNIDA

NADA TENEMOS que sea demasiado valioso como para darlo a Jesús. Si le devolvemos los talentos y recursos que él ha confiado a nuestra custodia, él entregará aún más en nuestras manos. Cada esfuerzo que hagamos por Cristo será recompensado por él, y todo deber que cumplamos en su nombre, contribuirá a nuestra propia felicidad. Dios entregó a su muy amado Hijo a la agonía de la Crucifixión, para que todos los que creyeran en él pudieran llegar a ser uno en el nombre de Jesús. Si Cristo hizo un sacrificio tan grande para salvar al ser humano y ponernos en unidad unos con otros, así como él estuvo unido con el Padre, ¿qué sacrificio hecho por quienes le siguen será demasiado grande para conservar esa unidad?

Si el mundo ve que existe perfecta armonía en la iglesia de Dios, será para este una poderosa evidencia en favor de la religión cristiana. Las disensiones, algunas desdichadas divergencias y los enfrentamientos por insignificancias en la iglesia, deshonran a nuestro Redentor. Todas estas cosas pueden ser evitadas si el yo se entrega a Dios y los que siguen a Jesús obedecen la voz de la iglesia. La incredulidad sugiere que la independencia individual aumenta nuestra importancia, que es señal de debilidad renunciar a nuestras ideas de lo que es correcto y propio, para acatar el veredicto de la iglesia; pero es peligroso seguir tales sentimientos y opiniones, y nos llevará a la anarquía y confusión. Cristo vio que la unidad y la comunión cristianas eran necesarias para la causa de Dios y, por lo tanto, las ordenó a sus discípulos. Y la historia del cristianismo desde aquel tiempo hasta ahora demuestra en forma concluyente que tan solo en la unión hay fuerza. Sométase el juicio individual a la autoridad de la iglesia.

Los apóstoles sentían la necesidad de la unidad estricta y trabajaban con fervor para alcanzarla. Pablo exhortó a sus hermanos con estas palabras: «Les suplico, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos vivan en armonía y que no haya divisiones entre ustedes, sino que se mantengan unidos en un mismo pensar y en un mismo propósito» (1 Cor. 1: 10, NVI).

También escribió a sus hermanos filipenses: «Por tanto, si sienten algún estímulo en su unión con Cristo, algún consuelo en su amor, algún compañerismo en el Espíritu, algún afecto entrañable, llénenme de alegría teniendo un mismo parecer, un mismo amor, unidos en alma y pensamiento» (Fil. 2: 1-2, NVI).Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 22—24.

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