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El peligro de confiar en nosotros mismos

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«Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltara, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca». 2 Corintios 12: 7

UNA IGLESIA UNIDA

LA CONFIANZA PROPIA conduce a descuidar la vigilancia y la oración humilde y sentida. Hay tentaciones externas que deben evitarse y enemigos y preocupaciones internas que hay que vencer, porque Satanás adapta sus tentaciones a los diferentes caracteres y temperamentos de los individuos.

La iglesia de Cristo está en constante peligro. Satanás está tratando de destruir al pueblo de Dios, y no es suficiente la mente de una persona, el juicio de un solo ser humano, para confiar en él. Cristo quisiera unir a sus seguidores como iglesia, observando el orden, teniendo normas y disciplina, y estando todos sujetos unos a otros, estimando a los demás como mejores que uno mismo. La unidad y la confianza son esenciales para la prosperidad de la iglesia. Si cada miembro de la iglesia se siente en libertad para actuar independientemente de los demás, escogiendo su propio camino, ¿cómo puede la iglesia estar segura en la hora de peligro? La prosperidad y la misma existencia de una iglesia dependen de la acción rápida y unida, y de la confianza mutua de sus miembros. Cuando en una hora crítica alguien suena la voz de alarma, se necesita un trabajo rápido y efectivo, sin detenerse a hacer preguntas y a examinar la cuestión de un extremo al otro, permitiendo así que el enemigo gane ventajas por la demora, cuando la acción unida podría salvar a muchas almas de la perdición.

Dios quiere que su pueblo esté unido por los lazos más estrechos de compañerismo cristiano; la confianza en nuestros hermanos es esencial para la prosperidad de la iglesia; la unidad de acción es importante en una crisis religiosa. Un paso imprudente, una acción descuidada, puede hundir a la iglesia en dificultades y pruebas de las cuales podría no recobrarse en años. Un miembro de la iglesia lleno de incredulidad puede darle ventajas al gran enemigo que afectarán la prosperidad de toda la iglesia, y como resultado pueden perderse muchas almas. Jesús quisiera que sus seguidores estén sujetos entre ellos; entonces Dios puede usarlos como instrumentos para salvar el uno al otro; porque puede ser que uno no discierna los peligros que el ojo de otro es rápido para percibir; pero si la persona desprevenida obedece con confianza la advertencia, puede salvarse de grandes preocupaciones y pruebas.Testimonios para la iglesia, t. 3, pp. 489-490.

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