Regresar

El círculo familiar

Play/Pause Stop
«Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne». Génesis 2: 24

LA FAMILIA DE DIOS

EXISTE EN DERREDOR de cada familia un círculo sagrado que hay que preservar. Ninguna otra persona tiene derecho a cruzar este círculo sagrado. El esposo y la esposa deben serlo todo el uno para el otro. Ella no ha de tener secretos que rehúse revelar a su esposo y comunique a otros, y él no debe tener secretos que no diga a su esposa y relate a otros. El corazón de la esposa tiene que ser una tumba para los defectos del marido, y el corazón de él una tumba para los defectos de ella.

Una de las partes nunca debe bromear en relación con los sentimientos de la otra. El marido o la mujer nunca han de quejarse de su compañero con otros, en broma o de cualquier otra manera, porque con frecuencia el recurrir a bromas insensatas, que parezcan perfectamente inofensivas, termina en una prueba para cada uno y hasta en una separación. Se me ha mostrado que debe haber un escudo sagrado en derredor de cada familia.

El círculo del hogar hay que considerarlo como un lugar sagrado, un símbolo del cielo, un espejo en el cual nos reflejemos. Podemos tener amigos y conocidos, pero no hemos de entrometerlos en la vida del hogar. Debe experimentarse un firme sentido de propiedad, que cree una impresión de comodidad, confianza y reposo.

Los que componen el círculo familiar pidan a Dios que santifique sus lenguas, oídos, ojos y todo miembro de su cuerpo. Cuando tropezamos con el mal, no es necesario que nos venza. Cristo ha hecho posible que nuestro carácter tenga la fragancia del bien [...].

¡Cuántos deshonran a Cristo y representan falsamente su carácter en el círculo del hogar! ¡Cuántos son los que no manifiestan paciencia, tolerancia, perdón ni verdadero amor! Muchos tienen sus gustos y aversiones y se sienten libres para manifestar su propia disposición perversa en vez de revelar la voluntad, las obras y el carácter de Cristo. La vida de Jesús rebosa de bondad y amor. ¿Estamos creciendo en su naturaleza divina?

Hagan los padres y las madres una promesa solemne al Diosa quien profesan amar y obedecer, de que por su gracia no se disputarán entre sí, sino que en su vida y genio manifestarán el espíritu que desean ver manifestado por sus hijos.El hogar cristiano, cap. 27, pp. 167-168.

Matutina para Android


Envía tus saludos a:
adultos@appdevocionmatutina.com