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Cuando todo se hunde

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"Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos" (Hechos 27:20).

El 15 de abril de 1912 también fue histórico. Finalmente, el suntuoso Titanic descansó en las heladas aguas del Océano Atlántico. Acabó de hundirse a las 2:20 de la madrugada del día 15. Recordando este incidente, sigamos repasando más lecciones del naufragio de Hechos 27.

  • Nunca creas que ya llegaste. Hechos 27:13 al 15 dice que los marineros desoyeron el consejo de Pablo y dejaron Buenos Puertos para retomar la navegación. Por un momento, les pareció que ya tenían lo que deseaban. Pero no. De repente sobrevino un fuerte viento huracanado y no podían enderezar la nave. Así, quedaron a la deriva. En la vida espiritual (así como en la social y en la labora) creer que ya obtuvimos todo y relajarnos es nefasto. Siempre hay que estudiar más, aprender más, trabajar más. Avanza, crece, escala más alto. No te dejes estar. No te quedes a la deriva.
  • Nunca pierdas la esperanza. Hechos 27:20 (nuestro texto de hoy) revela algo terrible, aunque lógico. Sin sistemas de navegación satelital, tecnología o GPS, y sin poder ver el sol y las estrellas durante días, la consecuencia natural fue perder la esperanza de salvación. Vivimos en una sociedad que ha perdido la esperanza. La gente vive desesperada y desorientada. Hoy, tenemos la oportunidad de presentarle a Jesús, el Sol de justicia, para que todos puedan vivir mejor.
  • Nunca te desanimes. Hechos 27:21 y 22 es un texto extraño. En medio de una furiosa tempestad, sin orientación ni esperanza de vida, Pablo exhorta a los 276 tripulantes a tener buen ánimo. ¡Casi ridículo! ¿Quién puede tener ánimo ante esta situación? ¿Acaso Pablo no sentía en su piel el agua helada del Mediterráneo? ¿No golpeaba el viento gélido Su rostro con fuerza? Pero, él tenía el secreto del éxito para tener ánimo frente a las tormentas: Hechos 27:23 al 25. Él pertenecía a Dios, lo servía y confiaba en él. Léelo tú mismo: "Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy ya quien sirvo, diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César, y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho".

Hoy puede ser un día histórico. No reniegues de tus tormentas. Aprende las lecciones que pueden enseñarte.

"Ten buen ánimo. Sigue mirando hacia arriba. Jesús es la única esperanza de todos nosotros. No te dejará ni te olvidará" (Elena de White, Mensajes selectos, t. 2, p. 306). PA

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