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Ya no más en Jerusalén

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“Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos" (Hebreos 4:16, NTV).

A pesar de la fuerte oposición árabe-musulmana, el 29 de noviembre de 1947, la Organización de las Naciones Unidas votó la división de Palestina y la creación de un estado judío independiente. Los judíos recibieron la mitad del territorio, aun cuando no componían la mitad de la población. El 14 de mayo de 1948, Inglaterra abandonó el territorio. Al día siguiente, fuerzas de Egipto, Transjordania, Siria, el Líbano e Irak invadieron el territorio controlado por los judíos. Sin embargo, Israel pudo expulsar y tomar cierto territorio adicional, que controla desde entonces.

A pesar de ser un estado laico, y de que la mayoría de sus habitantes han adoptado el secularismo, ciertos grupos religiosos extremistas siguen con el sueño de recuperar el Templo y restablecer los sacrificios. En marzo de 1983, docenas de judíos fueron arrestados por tratar de volar el Domo de la Roca (la mezquita musulmana que "contamina" el lugar e impide reconstruir el Templo). En enero de 1984, la seguridad israelí frustró un asalto al monte, recuperando granadas, minas y cohetes antitanques.

Meses más tarde, más extremistas judíos fueron arrestados por los israelíes por asalta, poner bombas en automóviles, matar a cuatro personas en un colegio islámico y otros cargos, que incluían un complot para volar el Domo de la Roca. Una buena parte de estos intentos fueron financiados por grupos evangélicos de los Estados Unidos. La razón es que un elemento clave para su interpretación profética es refundar a Israel como una Nación-Estado en Palestina, y volver a realizar los rituales y los sacrificios del Templo. Sin Israel, todo el plan falla.

Ya el apóstol Pablo había advertido que la muerte de Jesús había vuelto obsoletos y sin sentido no solo el Templo, sino además los rituales y los sacrificios que todavía se seguían realizando luego de su resurrección. La buena noticia es que Cristo murió de una vez para siempre, y ahora intercede por nosotros en el cielo, a la diestra del Padre. No necesitamos acudir a Jerusalén para alcanzar gracia y recibir bendición. Como nuestro Sumo Sacerdote, Cristo dispensa gracia, perdón y salvación a la diestra del Padre.

Hoy, acércate confiado al trono de la gracia, para recibir ayuda en el momento que justamente más la necesitas. MB

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