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¡No temas!

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No temas. Los nuestros son más que los de ellos, 2 Reyes 6: 16.

CUANDO DESPACHARON a mi esposo a una zona de guerra, me sentí con miedo en todo momento. Miedo por su vida. Miedo a lo desconocido. Sabía que Dios lo cuidaba pero tenía la incómoda sensación de que algo malo sucedería. Ver las noticias de la guerra que daban estadísticas diarias de todos los soldados fallecidos, me hacía tener más miedo. Para colmo, recibí llamadas de individuos que me «animaban» a prepararme para lo peor. Sin importar cuánto mi esposo trataba de asegurarme que estaba bien, siempre pensé lo peor. En mi momento de necesidad, Dios usó la música para darme valor. Los himnos que escuché me calmaron, me inspiraron a creer que nada en este mundo había que Dios y yo no pudiéramos enfrentar.

La vida del profeta Eliseo estaba en peligro. El rey de Siria había enviado un vasto ejército de carruajes y caballos para matarlo. El criado de Eliseo vio al ejército que se aproximaba y corrió temeroso a informar al profeta. El criado no sabía de qué eran capaces. Ahí estaban, dos hombres contra un ejército. Verás, los ojos humanos, cubiertos por el temor, no pueden ver el asombroso poder de Dios. Con temor, el criado pudo ver nada más al ejército humano, pero con la oración del profeta y fe, logró ver el ejército más poderoso del Señor acampado a su alrededor. «El Señor abrió los ojos al criado y este vio que el monte estaba lleno de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo» (2 Reyes 6: 17).

Constantemente nos abrumamos de temor. Nos da miedo avanzar con fe. Nos da miedo el porvenir y cuanto más lo pensamos, más miedo sentimos. Olvidamos que Dios es el amo y Señor del universo y nada hay que no pueda hacer por nosotras. Temblamos a la hora de la batalla, sin saber que con Dios todo es posible. Un ejército de Dios nos rodea hoy. Él envía a sus ángeles guardianes para vigilarnos cuando estamos en la calle o en nuestro hogar. Nos toma con sus brazos amorosos para escudarnos del daño y el peligro. Mientras realices tus actividades cotidianas, escucha con atención; Dios te dice: «No temas. Estoy justo a tu lado».

Diantha Hall Smith

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