|
FUE UN SÁBADO LARGO, repleto de programas. Después de salir a las 8:15 a.m., pasé por unos miembros de iglesia que necesitaban aventón, le llevé el desayuno a otro y revisé la herida de una cirugía a otro. Después de todas las actividades del día: Escuela Sabática, Santa Cena y una reunión de la Junta, estaba muy cansada.
Pero después de la reunión, tres miembros de la Junta nos quedamos para pensar en los acontecimientos del día y puntos de la reunión. No pasó mucho tiempo antes de que Amireh, la entusiasta hija de cuatro años de uina de las mujeres, entrara a la sala, que también se usaba para la Escuela Sabática y otras actividades.
Al ver los juguetes apilados, quiso jugar. Después de varias negativas de su madre, la pequeña decidió practicar «simulacros de incendio». Para darle gusto, le pregunté:
-¿Qué harías si se te empezara a quemar la ropa?
Sin pensar dos veces, la niña respondió rápidamente:
-Conseguir ropa nueva.
Todos nos reímos. Luego le dijimos que lo apropiado es tirarse al suelo y rodarse, ponerse a cuatro patas y gatear para salir de la habitación, salir de un edificio donde hay humo. Esa cómica interrupción nos hizo olvidar el cansancio.
Es como lo que sucede en nuestras vidas cristianas. Cuando las pruebas que a diario nos bombardean queman nuestra ropa, es bueno saber que como hijas del Rey, podemos conseguir ropa nueva. Solamente necesitamos mantener comunicación al leer su Palabra y meditar en él cada día. Ansío que llegue el día en que «este ser mortal se revista de inmortalidad» (1 Corintios 15: 54).
Oro para humillarme y que, como hija de Dios, sea capaz de aprender y concentrarme en él. También oro para que nuestros pequeños crezcan en la senda del Señor y como los santos, recibamos ropa como la prometida en Apocalipsis: «¡Vestida de lino finísimo y deslumbrante de blancura! El lino que representa las buenas acciones de los consagrados a Dios» (19:8).
Gloria.P. Hutchinson