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Adorar en primer lugar

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Busquen, más bien, el reino de Dios, y Dios se encargará de darles además todas esas cosas, Lucas 12: 31.

MIS PADRES SE HICIERON CRISTIANOS durante sus primeros años de matrimonio. La lectura y el estudio de la Biblia y otros libros religiosos, fueron prácticas habituales. Desde que se comenzaron a publicar libros devocionales en Brasil, cada año compraban el correspondiente. La adoración en familia fue pan de cada día.

Antes de desayunar, todos íbamos a la mesa de la cocina para la alabanza matutina. Todos nos levantábamos aunque no estuviéramos listos para afrontar el día; luego nos volvíamos a acostar. Cantábamos uno o dos himnos, leíamos el matinal, estudiábamos la Biblia y memorizábamos un versículo semanal. Cada miembro de la familia hacía una pregunta y otro encontraba respuesta en la Biblia. Ninguna actividad en la casa comenzaba antes de la adoración matutina. Ubaldina, mi madre, con frecuencia decía:

-Primero la adoración, luego los quehaceres.

Vivíamos en una granja y los jornaleros que también vivían ahí, participaban a su vez en nuestros devocionales. La mayoría aceptó a Cristo.

Han pasado muchos años y la granja ya no pertenece a nuestra familia. Sin embargo, en la zona hay una pequeña iglesia. Casi 20 años después del fallecimiento de mi padre todavía hablan de su iglesia.

Durante los más de 85 años que vivió mi madre, nada cambió su dedicación a la adoración familiar, la lectura de la Biblia y la oración intercesora, a pesar de su debilitada vista y las cirugías para quitarle las cataratas. El celo de mi madre produjo buenos resultados. Aunque había ido a la escuela tan solo ocho meses, sí sabía leer y escribir. (Sus seis hermanos y hermanas olvidaron por completo cómo leer y escribir.) Gracias a la Biblia, pudo leer hasta el final de su vida. Sus oraciones y ejemplo unieron a la familia, motivo de orgullo para ella. De sus ocho hijos, incluyendo yernos y nueras, todos hemos seguido firmes en Cristo y esperamos su regreso.

Extraño sus oraciones. Agradezco a Dios por la herencia que nos dejó y pido a nuestro Padre celestial que me dé fe, valor, confianza, comunión y dependencia total, para que así también yo pueda ser una bendición para mi familia y mis prójimos.

Nair Costa Lessa

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