|
ESCUCHAR A DIOS no siempre resulta sencillo pero cuando lo escuchas, suceden maravillas. Con frecuencia nos enredamos con frases típicas y oraciones trilladas.
En un retiro para damas tuvimos unas horas de oración y curación. Aprendíamos a escuchar a Dios, permitirle decirnos qué decir. He aprendido más sobre la oración. Cuando escuchas al Espíritu Santo hablarte o darte una imagen, puede ser increíble.
Hay muchos modos de orar. Es bueno seleccionar un versículo, meditarlo y escuchar. Podemos estar demasiado ocupadas y apresuradas como para escuchar. ¡Piensa en las bendiciones que Dios podría darnos silo escucháramos! Pero tenemos que seguir sus instrucciones.
Escuchar implica tres elementos: actitud (nuestra mente debe estar en sintonía), intención (ser estratégicas; hacerlo necesario para eliminar las distracciones y que nuestra mente se concentre en la voz de Dios), acción (poner en práctica lo que Dios diga).
Alguien oró por mí ese fin de semana y ni siquiera sabía cuáles eran los deseos de mi corazón. Dios le dijo que orara exactamente por lo que yo quería. Nunca había hablado antes con esa mujer y ella no sabía que necesitaba ayuda de una oración, hasta que Dios le habló. Tengo que creer que escuchó al Espíritu Santo.
Esa experiencia me enseñó mucho. Dios ahora me ha dado una promesa: los deseos de mi corazón se harán realidad. Esta promesa de Dios la reclamo para mí: «Te conceda lo que deseas, realice lo que te propones» (Salmos 20:4). Le doy gracias cada día porque prometió concederlos deseos de mi corazón. También sé que mis planes tendrán éxito. Aunque me topé con ese versículo por accidente, ahora sé que era la guía de Dios. Ahora necesito escuchar al Espíritu Santo y hacer lo que quiere que haga.
«Te pedimos, amado Padre celestial, que guíes nuestros pensamientos y nuestras acciones. Ayúdanos a escuchar tu voz y tu voluntad. Te pido que concedas los deseos de mi corazón como has prometido.»
Melanie Walker