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SE ACERCABA EL DÍA DE LAS MADRES y una niñita quería regalarle algo a su madre. Decidió que lo mejor sería algo hecho a mano. Así que buscó un jarrón que tuviera el nombre y el contenido de alguien más. Con cuidado limpió el interior y luego comenzó a raspar el nombre pintado sobre el exterior. Trabajó hasta que por accidente se cortó la muñeca con el cuchillo que había usado.
No quería decir a sus padres lo que había sucedido porque echaría a perder la sorpresa. Así que se fue a la cama y oró: «Querido Dios, por favor cóseme la muñeca. Amén». Después de una corta siesta, miró su muñeca y descubrió que el Señor la había cosido. Entonces se arrodilló al pie de su cama y agradeció a Dios por el milagro. Luego con cuidado volvió a limpiar el jarrón y lo llenó con sales color pastel. Cubrió la tapa del jarrón con tela que sujetó con un listón. Ahora estaba listo su regalo.
Hace miles de años Jesús decidió dar un regalo a su Padre. Así que buscó jarrones que tuvieran los nombres y las personalidades de otros dueños. Esos jarrones tenían nombres como «mentirosa», «soberbio», «codicioso», «avaricioso», «chismosa», «traicionero»; la lista de títulos pecaminosos es larga. Él raspó la pintura, las cicatrices, los cortes y las marcas que representaban al padre del engaño. Tal vez los jarrones hasta estaban llenos de alcohol, drogas, nicotina u otros objetos que no son saludables.
Mientras Jesús limpiaba, lijaba y cortaba partes, con el objetivo de añadir su carácter al regalo para su Padre, algunas de esas criaturas no quisieron ser regalos para el Papá de Jesús. Decidieron cortar a Jesús con una corona de espinas y clavarlo a una áspera cruz. Jesús no quiso decir a su Padre lo crueles que podemos ser, así que oró: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». Después, Jesús se levantó de la tumba y todavía elabora su regalo para su Papá. ¿Quieres ser uno de esos regalos?
«Querido Jesús, por favor perdóname por llevar el nombre y la personalidad de otro padre. Por favor límpiame por dentro y por fuera. Quiero ser un regalo para tu Padre. Amén.»
Quetah Sackie Osborne