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DIOS BENDIJO A MIS PADRES CON CINCO HIJOS. Soy la cuarta y nací en el leprosorio Mvog-Betsi, donde mi papá era enfermero de joven. Yo hacía casi todo con niños leprosos: ir a la iglesia, a la escuela, jugar, comer. Esa experiencia me impresionó. Me identificaba con esos niños y sus pobres padres enfermos. Soñaba con ayudar y atender a esos padres y muchos más, en particular a los que tienen padecimientos dolorosos como la lepra.
Años después nos mudamos debido al trabajo de mi padre. Eso también significaba que necesitaríamos más dinero, que no teníamos. En consecuencia, mi madre tuvo que trabajar para ayudar a proveer los recursos financieros necesarios para que los hijos pudiéramos ir a la escuela.
Me desanimé y preocupé de verdad por la rudeza de la vida, pero una poderosa fuerza interior me mantuvo en el rumbo, me motivaba e impulsaba hacia el éxito escolar mientras me protegía de otros problemas adolescentes. Fui un poco como los hijos de Israel: murmuraba y me preocupaba.
Seguí muy de cerca a mi padre mientras trabajó en el centro de salud. Recordé así nuestra época en el leprosorio. Ver a papá siempre ocupado, tratando y cuidando gente, me motivó a ser doctora. Había pocos recursos financieros. ¿Se haría realidad mi sueño?
Siempre tuve fe en Dios. Sabía que él podía hacer cosas tremendas por mí si era fiel a él. Estudié y trabajé duro. Mi hermano mayor, hermana menor y yo, recibimos nuestros certificados de exámenes generales, de nivel avanzado. ¿Cómo iríamos todos a la universidad? Entonces, un día un compañero de clase me entregó una carta del Superintendente. ¡Dios había respondido mis oraciones! Gracias a mis ventas de libros devocionales para mujeres, me habían otorgado una beca. Era realmente posible que se hiciera realidad mi sueño.
Cantaré al Señor y lo alabaré toda mi vida. Estoy a punto de convertirme en enfermera certificada y confío en que Dios me ayudará, ¡gracias a todos los que ayudaron a hacerlo posible!
Julienne Lumiére Ngo Massock