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QUIERO COMPARTIRTE UN MILAGRO QUE DIOS hizo para mí el 25 de octubre de 2007. Mi jefe, Mike Ryan, quería que le llevara su expediente de trabajo para Brasil, pues volaría a ese país esa noche a las 9:30. Pero mientras caminaba a mi oficina para sacar el expediente, me di cuenta de que no le había tramitado su visa para Brasil. ¡Entré en pánico! De inmediato llamé a nuestra agencia de visas para ver qué podía hacerse. Me informaron que era muy difícil obtener una visa brasileña con tan poca anticipación. Me dijeron que la única e ínfima oportunidad sería que Mike fuera a la embajada de Brasil e hiciera una petición especial. ¡Pero no había garantía!
Mike fue a la embajada brasileña como a las 10:30 esa mañana. Mientras esperaba a que lo llamaran al mostrador, vio que rechazaban a tres personas que querían visas; la embajada decía que se necesitaban cuatro días para obtenerlas. Cuando al fin lo llamaron, fue al mostrador, entregó su solicitud e informó al agente que necesitaba una visa con urgencia, pues debía viajar esa noche. El agente de inmediato negó con la cabeza y le devolvió la solicitud; dijo que era imposible obtenerla tan rápido. Mientras tanto, yo oraba constantemente para que Dios interviniera y había pedido a otros compañeros que oraran también.
De repente, Mike tuvo una idea y dijo que su viejo pasaporte tenía una visa brasileña de cinco años de vigencia. Llamó y me pidió que revisara la fecha de expiración. ¡Para mi desilusión, vi que había expirado el 18 de abril de 2007! ¡Mi corazón se hundió en la desesperación! Cuando Mike dijo al oficial de la embajada que había expirado recientemente, el hombre dijo que nada podía hacer por él.
Dios, sin embargo, impresionó a Mike para que no se rindiera. Le dijo al hombre del mostrador que tenía varias citas para hablar en público en Brasil ese fin de semana y tenía que irse esa noche. El hombre miró a Mike extrañado, luego tomó su solicitud y se metió a la oficina para hablar con alguien. Salió cinco minutos después.
-¡No vuelva a hacernos esto, pero le vamos dar su visa por esta vez! -dijo.
Cuando Mike me llamó para darme la buena noticia, alabé y di gracias a Dios por ese maravilloso milagro. ¡Nuestro Dios es grande! ¡Nada es demasiado difícil para él! ¡Solamente necesitamos confiar en él!
Stella Thomas