|
«TENGO TANTO MIEDO, Señor. Mi deseo de ser exitosa, de que los demás me quieran, ser la mejor para ti y para mí. Mi necesidad de que los demás me aprueben. Mi necesidad de que todo salga bien... Tengo muchas preocupaciones en el corazón.» Liberar esas preocupaciones a Dios no resultaba sencillo para esta frágil cristiana que quiere tener éxito en todo. Pero Dios dice: «Déjame todo a mí. Yo soy el camino. Yo sanaré tu corazón herido, por el motivo que sea. En mí estarás completa. Mi éxito no es lo que el mundo considera éxito, pero es lo mejor».
A veces, en mi lucha por entregar todo a Dios, trato de ser una cristiana para él. Busco en la Biblia cómo ser mejor. Las cristianas como yo vivimos pensando que si tuviéramos control perfecto de nuestras vidas, entenderíamos mejora Dios y él nos aceptaría. Luego busco en la Palabra de Dios y mi ánimo se derrumba. Me dice que necesito entregarle todo. Debo ir a él así como soy. Me dará descanso. Llevará mi carga. Mis nudillos están blancos de tanto que me aferro en hacer lo mío.
Entonces Dios toca mi corazón para recordarme por qué estoy aquí realmente. No es el éxito o el fracaso, sino aprender a amarlo y confiar en él en alma y corazón, lo que cuenta. Necesito rendir mi reputación, mi trabajo, mi familia, mis amistades y hasta enemigos, a él. Todo lo que soy o espero ser debo entregárselo a él. En mi necesidad por tener el control, el camino hacia Dios no siempre es fácil. Pero él dice: «Mi yugo es fácil de llevar y mi carga, ligera. Confía en mí».
Me recuerda que no tengo que «merecerlo». Necesito rendirme. No necesito entender; necesito estirarme y tomar su mano. Tener fe y confiar en él. Sabe lo que es mejor y me guiará como sea mejor. Me lo dice en su Palabra. A veces cuando me arrodillo entre lágrimas con toda la pesada carga, lo escucho decir: «Dámelo todo ahora mismo, yo te aliviaré». ¿Puedo realmente confiar en que Dios me apoyará hasta el mejor final?
Muy lentamente rindo cada preocupación a él. Cuando me levanto después de orar cada mañana, no suelto su mano. Me guía durante el día. Le he dado el control de todo.
Carolyn Voss