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EL QUILTING SE HA CONVERTIDO en uno de mis pasatiempos preferidos desde que me jubilé. Después de tomar una clase en la biblioteca pública, me unía un gremio y a un grupo de aficionadas, para planear y compartir varios proyectos. Como recién llegada al mundo del quilting, todo me emocionaba. En las reuniones mensuales de nuestro gremio, nos alentamos a mostrar nuestros proyectos terminados. En una de esas reuniones, poco después de terminar mi primer proyecto, me levanté orgullosa y mostré mi tapiz de pared. Las mujeres aplaudieron, me agradecieron por compartir y me animaron a continuar. Cuando me senté, una mujer junto a mí comenzó a inspeccionar mi quilt con cuidado. Comentó que había unas cosas mal hechas; sugirió que arrancar las zonas defectuosas y rehacerlas era la mejor alternativa. Hasta me ofreció ayudarme al permitirme ir a su casa, donde podríamos trabajar. Le agradecí pero dije con firmeza que no tenía intenciones de arrancar segmentos; sin embargo, prometí que haría otro quilt en el que implementara todas sus recomendaciones.
Ella se mudó a otro estado antes de que pudiera aprovechar su oferta de ayudarme. Sin embargo, fielmente comencé a hacer otro quilt, leí libros, compré una biblia de quilting y pedía otras artesanas que me enseñaran a completar correctamente mi quilt. Mi segundo proyecto salió mucho mejor. Fue una verdadera alegría ver el resultado de usar las técnicas apropiadas y tuve una genuina sensación de felicidad y satisfacción, por un trabajo bien hecho.
Nunca es fácil deshacer algo que echamos a perder, sea en el trabajo, con la familia o en relaciones o situaciones. Algunas veces, cuando nos amonestan para corregir algo, nos ofendemos. Pero la Palabra de Dios es nuestra guía y él siempre sabe lo que nos conviene. Ofrece ayudarnos todo el tiempo. No se alejará.
Seríamos mucho más felices si dejáramos que Dios dirigiera nuestros caminos. «Confía plenamente en el Señor y no te fíes de tu inteligencia. Cuenta con él en todos tus caminos y él dirigirá tus senderos» (Proverbios 3: 5, 6). Pedir al Espíritu Santo que nos ayude y conceda el deseo de agradar a Dios en todas las áreas de nuestras vidas, siempre resultará ser una bendición maravillosa y los resultados, mucho más satisfactorios. No podemos producir algo bueno por nuestra cuenta.
Sharon M. Thomas