|
VIAJABA DE REGRESO A LUSAKA, Zambia, desde Estados Unidos. Durante mi estadía de tres semanas en Maryland había hecho muchas compras para mi familia y amigos. Por supuesto, había adquirido muchos materiales de los dos cursos que había tomado.
Tenía dos maletas. Una llena de ropa y otra llena de literatura y regalos. La restricción de la aerolínea era que ninguna podía pesar más de 26 kilogramos. Traté de hacer que todo cupiera. Había comprado dos chaquetas de cuero; una era de cuerpo completo y muy pesada. Era obvio que no cabrían en mis maletas, así que decidí llevarlas puestas durante el proceso de registro. No había lugar para pesar mis maletas, así que me resultó difícil saber si llevaba demasiado peso y no quería dejar alguna cosa. Deseaba llevarme todo.
Cuando el chofer del aeropuerto metió una de las maletas a la camioneta, exclamó:
-¡Esto se pasa del peso!
Eran las 4 de la mañana y no había dónde comprar otra maleta. Mi única opción fue orar para que Dios hiciera que mis maletas perdieran peso, o me ayudara a encontrar una solución.
El maletero dijo a la empleada del mostrador de la aerolínea que yo llevaba exceso de equipaje y tendría que sacar algunas cosas. Yo jadeaba y sudaba mucho debido a las dos chaquetas de cuero. Después de revisar mi boleto, la empleada me llevó al mostrador internacional. Mi maleta se pasaba del límite por más de dos kilos. Tendría que dejar algo o pagar mucho dinero.
La Biblia nos dice que nos deshagamos de lo que nos estorbe. Muchas cosas nos impiden tener una relación fructífera con Jesucristo, cosas que no queremos abandonar.
«Señor, ayúdame a poner mi vida en orden. Ayúdame a confeccionarla de acuerdo a tus requerimientos para que llegado el día, no me presente con exceso de equipaje.»
Caroline Chola