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Una bolsa llena de caramelos

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Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el mundo y quienes lo habitan, Salmos 24: 1.

ME GUSTARÍA COMPARTIRTE UNA HISTORIA, simple pero muy profunda. Mi amiga Petula y su hijo de cuatro años, Bronson, salieron a caminar. Cuando volvían, ella sacó una bolsa de caramelos Skittles y puso cuatro en la manita de él. Por supuesto, de inmediato colocó dos en su boca y dos cayeron al suelo. Petula reportó que lloró como si hubiera estado a punto de morir, aunque podía ver la bolsa que ella tenía y sabía que todavía estaba llena de Skittles. Por un momento, pensó: «¿Por qué llora si sabe que mamá tiene una bolsa entera?».

Ahora la moraleja. ¿Acaso no es sorprendente cómo el Señor usa nuestras experiencias para hacernos recordar su amor inconmensurable? Ha dicho que satisfará todas nuestras necesidades, de acuerdo a sus riquezas en gloria (Filipenses 4: 19). La cuestión es: ¿Realmente le tomamos la palabra a Dios? Una vez fui como ese niñito, me lamentaba por lo que había perdido. Había olvidado que nuestro Padre celestial tiene una vasta provisión de lo que yo necesito. No está bajo llave o siquiera oculta. La tengo disponible. Pablo dijo: «Nada debe angustiarlos; al contrario, en cualquier situación, presenten a Dios su deseos, acompañando sus oraciones y súplicas con un corazón agradecido» (Filipenses 4:6). Sea una pérdida grande o pequeña, el Señor te la solucionará.

El hijito de Petula me recuerda que nuestro Padre siempre nos tiene preparado algo mejor que lo que hayamos perdido. Ya no me preocupo por lo que he perdido, pues Dios me ha bendecido mucho más de lo que podría imaginar. No nos preocupemos por esas cosas, sino concentrémonos en lo que ganaremos debido a la gracia de Dios para con nosotras. Hay muchas promesas en la Biblia al respecto, pero la que me gusta es: «Deléitate en el Señor y él te dará cuanto pidas. Encomienda tu camino al Señor, confía en él y él actuará» (Salmos 37: 4, 5).

Dejemos de colocar límites al Señor y confiemos en él. Sepamos que su plan para nosotras es muy superior a lo que podríamos pensar o soñar. Recuerda, nuestro Padre es el Creador de este vasto universo y sus bendiciones son eternas. Así como Petula tenía una bolsa llena de Skittles, nuestro Señor posee «el ganado de los montes de pastoreo [...] pues mía es la tierra y cuanto la llena» (Salmos 50: 10, 12). Agradezco a Petula por compartir esta lección.

Annabell Hall

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