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Estaba de espaldas cuando ella me quitó la escalera. Habíamos trepado por el garaje para recoger ciruelas de un árbol del vecino cuyas ramas colgaban hacia nuestra casa. Mi hermana y yo habíamos llenado casi dos cubos de ciruelas y estábamos preparándonos para baja, cuando volteé para decirle algo y la escalera había desaparecido. Ella había bajado silenciosamente por la escalera, la había quitado y me había dejado allí sola. La llamé, grité por ella, grité por mamá y papá, por los vecinos y por cualquiera que pudiera rescatar me. Pero nadie apareció en toda la tarde. No sé exactamente cuánto tiempo estuve en aquel tejado candente, un día de verano, mientras mi hermana estaba sentada en casa mirándome y burlándose.
Mis hermanos y yo nos hemos hecho un montón de cosas unos a otros, pero nada comparado con lo que le hicieron a José sus hermanos. ¡Lo vendieron como esclavo! ¿Puedes imaginar cuán enojado se sentiría? Si tus propios hermanos te vendieran como esclavo, ¿estarías resentido con ellos el resto de tu vida? José no. José trabajó duro y se ganó el respeto. Tuvo éxito en la casa de Potifar, aunque luego fue echado en la cárcel tras ser acusado injustamente de intento de violación por la esposa de Potifar. Pasó dos años en una mazmorra olvidada. Quizá su enojo contra sus hermanos reaparecería, quizás estaría planificando su venganza en la cárcel. Pues no. Cuando tuvo la oportunidad de verlos de nuevo, siendo primer ministro de Egipto, todos se inclinaron ante él, aunque no lo reconocieron. Cuando finalmente él les dijo quién era, ellos le suplicaron que los perdonara. La respuesta de José fue sorprendente: «Fue Dios quien me puso en este lugar, no ustedes». Como puedes ver, José no guardó rencor ni pensó en vengarse. Comprendió que Dios tenía un plan.
Ahora hablemos de ti. ¿Te enojas cada vez que tienes un problema? ¿Estás perdiendo el tiempo en odios y resentimientos? En lugar de eso, confía en que Dios tiene un plan para ti y deja ir el enojo, el odio y el resentimiento.
MH