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¿Qué pasa cuando realmente queremos hacer cosas equivocadas? En la secundaria fui una gran cantidad de veces a la capilla y escuché bastantes servicios matutinos acerca de por qué debemos ser puros y comportarnos como buenos muchachos. Pero la verdad es que no siempre quiero ser pura. Yo amo a Dios, pero en mi vida diaria hay cosas que quiero hacer que no son tan puras ni santas. A veces se ven atractivas y emocionantes, como que vale la pena experimentarlas. Solo se es joven una vez, ¿por qué no vivir a tope?
Si vamos a decidir ser puros, necesitamos una buena razón, una motivación más grande que «porque Dios lo dijo», o «porque así tiene que ser». Necesitamos entender qué tiene de positivo ser puros. Si Dios nos ama aun cuando hacemos lo que no es correcto, ¿por qué tenemos que ser siempre puros?
Veo las respuestas a estas preguntas en Levítico. Dios dice a los hijos de Israel que deben ser santos. ¿Por qué? Porque él es santo. Él les dio instrucciones sobre cómo vivir ahora que habían dejado la esclavitud en Egipto, porque realmente ellos no sabían cómo ser libres. Tampoco conocían mucho a Dios. Él les dijo cómo dirigir el Santuario, y les dijo básicamente: «Tienen que ser puros porque yo soy puro y porque voy a estar en medio de ustedes». Y mira que los seres humanos somos raros, porque los israelitas habían obedecido a los egipcios durante cuatrocientos años, pero ahora tenían dificultades para hacer lo que el Dios del cielo les pedía.
Volvamos entonces al hecho de que si queremos que nuestras vidas estén llenas de la presencia de Dios -y ese es mi caso-, tenemos que hacer un esfuerzo para ser personas puras. Siempre he querido más de Dios en mi vida, ansiaba sentir su presencia y experimentar una comunión con él. Quería que Dios fuera real para mí y he aprendido que una de las mejores maneras de lograrlo es consagrarme y ser santa. ¿Por qué? Porque él es santo y si quiero que un Dios santo esté a mi lado, tiene sentido que yo intente ser santa también.
MH