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Cuanto más lo hacía, más fácil me resultaba. Una de mis amigas estaba suspendiendo historia (que a mí se me daba muy bien) y no iba a poder graduarse. Decidí ayudarla copiando las respuestas de mi examen en trocitos pequeños de papel y pasándoselos. A medida que sus notas empezaron a mejorar, me volví imprudente. Me sentía invencible; creía que el maestro, que era despistado y mayor, nunca me descubriría. Me volví cada vez más segura de mí misma y menos cuidadosa hasta el punto en que un día escribí las respuestas en el envoltorio de un chicle (el papel menos discreto que encontré). Aquel papel no pasó desapercibido. Nos descubrieron y reprobamos la materia.
Puede que pienses que soy necia (es cierto, lo soy) pero Sansón fue más necio aún. Un juez que había dirigido a Israel durante casi veinte años, nazareo de nacimiento, cuya increíble fuerza radicaba en su larga melena. Ninguna navaja había tocado jamás su cabeza, hasta que apareció Dalila, una filistea con la cual nunca debió haberse juntado. Debió haber elegido a una mujer de las de su pueblo. Los filisteos ofrecieron a Dalila cantidades exorbitantes de dinero por averiguar el secreto de la fuerza de Sansón, y ella comenzó a preguntarle. Sansón le mintió en tres ocasiones, ¡y en cada ocasión, ella lo intentó! ¿No habrías sospechado de ella después de la segunda vez, o incluso de la primera? Es que Sansón se había vuelto imprudente. Se sentía invencible y al parecer, su deseo por ella nubló su mente. Después de tanta insistencia, Sansón reveló el secreto y eso le costó su fuerza, su libertad, su vista e incluso la vida. Debió haberlo visto venir.
Según yo lo veo, cuanto más tiempo pasas conviviendo con el pecado, más tonto te Vuelves. Empiezas a pensar que eres invencible. Te descuidas y tomas decisiones malísimas. Es como si el pecado lograra cegar tu mente de manera que cuanto más tiempo juegas con él, peores se vuelven tus decisiones. No pierdas tu sentido común pensando que puedes jugar con el pecado. Eso es de tontos.
MH