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MATAR O NO MATAR ESA ES LA CUESTIÓN

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«Los hombres le dijeron a este: "Hoy se cumple la promesa que te hizo el Señor de que pondría en tus manos a tu enemigo. Haz con él lo que mejor te parezca". Entonces David se levantó, y con mucha precaución cortó un pedazo de la capa de Saúl» (1 Samuel 24: 4).

Las facturas se acumulaban y el dinero se había acabado. Escuché a un miembro de mi iglesia relata, muy preocupado, la situación financiera de su familia. Me pidió que orara con él para que Dios interviniera y diera una solución. Dijo que sabía que Dios iba a cuidar de ellos, como había prometido, pero no sabía cómo. Me llamó la atención su fe, pero también su sinceridad. Sabía que no tenía adónde ir. El dinero se le había terminado y, sino pagaban las facturas, su situación empeoraría. Así que fui a su casa y oré con él por sus facturas, que eran mayores de lo que esperaba. Me mostró cinco autos que tenía en el patio, los cuales había intentado vender. Pensó que tal vez Dios llevaría a algunos compradores, pero, ¿quién sabía? Albergaba la esperanza de que Dios le ayudara a salir de aquel agujero. Al irme, me pregunté si Dios lo ayudaría. En realidad, nadie sabía cómo se arreglarían sus problemas, pero él oraba y esperaba que se resolvieran. Dos días más tarde, recibí una llamada: «He vendido dos, y por más de lo que pedía. ¡Ya he podido pagar todo!».

Cuando tuvo la oportunidad de matar al rey Saúl, David mostró una fe en Dios similar. Saúl lo había estado persiguiendo por el desierto para matarlo, pero no había podido en contrario. Un día Saúl se detuvo en una cueva para utilizar el «baño de caballeros» y precisamente aquella era la cueva en la que David y sus hombres estaban escondidos. Los hombres de David le dijeron que matara a Saúl y acabara de una vez con todo aquello, pero David se negó. «¿Seré yo quien mate al ungido de Dios?», preguntó. Él creía que Dios le haría rey algún día y se negó a tomarse la justicia por su mano. Prefirió dejar que Dios actuara, y finalmente David tuvo tanto el trono de Israel como la conciencia tranquila. Nosotros también tenemos las mismas opciones: seguir el camino de Dios o ir un paso por delante y actuar por nuestra cuenta. Pero si actuamos a la manera de Dios, nos irá mejor. Elige el camino de Dios y confía en lo que élite depare.

GH

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