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COMIDA ENTRE LAS GARRAS

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«He ordenado a los cuervos que te lleven comida» (1 Reyes 17: 4).

El pastor estaba de pie en la celda, encarcelado bajo el régimen de Stalin por causa de su fe. El propio carcelero lo había llevado hasta allí, cerrando la puerta tras él. Las últimas palabras del carcelero fueron un desafío: «¿Crees que hay un Dios? Entonces, que él te alimente. No obtendrás nada de nosotros». «Mi Dios me alimentará», respondido el prisionero. Después, en la oscuridad, se arrodilló y oró. Se despertó antes del amanecer, con frío. Intentó conciliar el sueño de nuevo, pero no pudo. Se levantó y se puso a pasear por la celda para entrar en calor. Un sonido en la estrecha ventana llamó su atención, pero no pudo ver nada. Cantaba y oraba mientras paseaba, tanto para mantener su valor como para entrar en calor; luego la curiosidad lo llevó de nuevo a la ventana. Dispuso la cama en posición vertical y utilizando los listones a modo de escalera, pudo asomarse. No había Crista, solo unos barrotes muy próximos entre sí y, junto a un barrote, una rebanada de pan.

¡Vaya si tenía hambre! Pero mientras sostenía el pan y lo olía, sintió que era casi sagrado y no pudo comerlo. Decidió colocarlo bajo su colchón para mostrar al carcelero que su Dios le había enviado pan. Y pasó el día alabando, cantando, recordando pasajes bíblicos y orando por los miembros de su familia y de la iglesia. Al anochecer, volvió a oír un sonido en la ventana. Emocionado, elevó la cama y encontró otra rebanada de pan. De nuevo disfrutó el aroma, pero no se atrevió a comerlo. Lo guardó para mostrárselo al carcelero. Esto sucedió el día siguiente y el siguiente. Cuando el guardián regresó al cuarto día, fue recibido por el alegre rostro del pastor. «¡Mi Dios me ha alimentado!», exclamó levantando el colchón. «He guardado el pan para que puedas creer». Momentos después, un ruido en la ventana atrajo su atención; los dos hombres levantaron la mirada y vieron un gato negro con un trozo de pan en la boca. «¡Ese es mi gato! -gritó el carcelero-, ¡mi gato ha estado alimentándote de mi propia mesa!».

Yo no sé por qué nos preocupamos tanto, Si Dios puede alimentar mediante gatos y cuervos, también encontrará una manera de satisfacer nuestras necesidades. ¿Cuáles son tus necesidades? El Señor las satisfará de maneras que ni te imaginas.

MH

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