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Una de mis leyendas favoritas es la de Desert Pete, el ermitaño que vivía en el árido desierto de Arizona. Un día, un agotado viajero se encontraba perdido en el desierto, sediento y casi muerto cuando, de pronto, vio una vieja bomba de agua en el resquebrajado suelo. ¡Al fin agua! Tomó el mango de la bomba, comenzó a empujar arriba y abajo, arriba y abajo, pero no salió nada. Entonces vio que allí mismo, al lado, había una jarra con una nota firmada por Desert Pete: «Para que salga agua de la bomba, vacíe primero el agua de la jarra en la bomba. Después le dará una cantidad ilimitada».
De pronto aquel hombre tenía un dilema: ¿Confío o no confío? Si aquella nota era una broma y el tal Pete no era más que una leyenda, corría el riesgo de perder el agua de la jarra y morirse de sed; si se bebía el agua de la jarra podría vivir un poquito más, pero la cantidad era tan pequeña que no lograría salir del desierto vivo. Decidió confiar en Pete y vació el valioso contenido de la jarra en la bomba, asió la manilla y de pronto brotó la vida: borbotones de agua fresca y cristalina comenzaron a salir; más cantidad de la que nunca hubiera imaginado que existiera debajo de la árida arena del desierto.
Esta historia me recuerda a Elías y la viuda de Sarepta. La sequía era tal que la gente moría por falta de agua y comida, Dios envió a Elías junto a esa mujer para que ella le diera de comer, pero apenas tenía un poco de harina y aceite para hacer la última comida para ella y para su hijo. Sabía que después morirían. Elías le dijo que Dios lo había enviado y le prometió que silo alimentaba a él primero, tendrían harina y aceite hasta que pasara la sequía. Al igual que le sucedió al viajero del desierto, la viuda tuvo un dilema: ¿Confío o no confío? Decidió confiar en Elías. Sucedió que, por mucha harina y aceite que utilizara, siempre tenía más y más. La pequeña porción de comida que la viuda hizo aquel día para Elías, le reportó mucho más de lo que hubiera podido imaginar.
Decidir seguir a Jesús sigue siendo un dilema. ¿Merecerá la pena? Para seguirle hay que dejar atrás algunas cosas divertidas que la vida nos ofrece. Pero piensa en ello de esta manera: ¿Qué tienes que perder? Creo que tienes todo que ganar cuando sigues a Jesús; sin embargo, cuando eliges otras cosas, es cierto que podrás tener buenas experiencias pero finalmente lo lamentarás. Lo lamentó el rey David, lo lamentó Salomón. Mejor elige a Jesús, y él te dará mucho más de lo que imaginas.
MH