|
Solo una vez en la vida he intentado cortarme una parte del cuerpo. Tenía como dos años de edad, pero lo recuerdo. Estaba en el garaje con mi padre, haciendo algo realmente útil (empujando montones de aserrín con un palo). Papá estaba a unos pasos de mí, lijando algo. Me había dado órdenes de no tocar las máquinas mientras estuvieran encendidas, pero al mirar la lijadora y escuchar su zumbido, me quedé atónito observando las ruedas giratorias. Se veían tan interesantes que en pocos segundos me encontré caminando hacia ellas. Podía sentir la brisa de debajo de la máquina y el olor a madera recién cortada. Lentamente mi mano llegó hasta el mecanismo giratorio. Mi recuerdo del suceso llega hasta el momento en que metí el dedo en los engranajes de la máquina y luego hubo una gran cantidad de sangre y mucho dolor. Me cortó medio dedo, pero afortunadamente se a pudo recomponer.
¿Sugirió Jesús realmente que nos cortáramos una parte del cuerpo cuando hizo el comentario del versículo de hoy? Esto sucedió durante su famoso Sermón del Monte. Él había acabado de explicar que desear a alguien con el pensamiento no era muy diferente al adulterio. ¿Y entonces comenzó a hablar de desmembramientos? No exactamente. Como te habrás dado cuenta, lo que estaba sugiriendo no es tan espantoso, aunque sigue siendo difícil. Lo que dice Jesús es que si hay algo en tu vida que te está haciendo caer en pecado una y otra vez, mejor elimínalo lo más rápido posible. Bien se trate de un objeto que te tienta, de una persona que siempre te lleva al pecado, de un lugar a donde vas en repetidas ocasiones, o de cualquier otra cosa que te haga caer, cualquiera que sea, ¡deshazte de ella! Es mejor abandonar algo en esta tierra que perderse por la eternidad.
¿Cuáles son esas cosas, personas, lugares o situaciones que siempre te hacen caer en el pecado? Apuesto a que las conoces bien. ¿Estás listo para dejarlas? ¿Tienes valor suficientemente como para cortarlas de tu vida para siempre?
GH y MH