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EL SECUESTRO DE BOBECIA

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«En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios» (Juan 1: 1).

Probablemente es la peor película de la historia. «El secuestro de Bobecia» es un cortometraje filmado de noche en las vías del tren, en el centro de Lincoln, Nebraska. El argumento es horroroso, los personajes flojos y el final carece de sentido; sin embargo, fui yo quien la rodó. No sola, sino con mis mejores amigas de la universidad. Por aquel entonces nos hacíamos llamar las «Boyz» por algún motivo que olvidamos hace tiempo, y esa película era nuestro mayor orgullo.

El lamentable intento de película presenta a mi mejor amiga, Alicia, Como Bobecia, una estrella del rock a quien dos delincuentes, Jen y yo, secuestramos y atamos a las vías del tren. April y Katie aparecen en escena como una periodista y una detective, mientras que Amanda, la nerviosa testigo, ve el terrible suceso porque pasaba por allí en bicicleta. De vez en cuando aparecen Patty, Eunice y April, mirando a la cámara sorprendidas. Como digo, una película malísima. Sin embargo, a mí me encanta. La he visto tantas veces que he perdido la cuenta y, cada vez que lo hago, me río muchísimo. Pero es que para mí es más que una película: es un recuerdo, una tarde de locura juvenil que ha quedado congelada en el tiempo gracias a una vieja cámara de video. Atesoro esa película porque atesoro a mis amigas. A veces las llamo cuando echo de menos estar con ellas.

Me pregunto si así es como se sintió Juan cuando se sentó a escribir sus recuerdos de la vida de Jesús. ¿Echaba de menos a su amigo? Quizás algunos recuerdos le hicieron sonreír. Juan, que fue uno de los tres amigos más cercanos de Jesús, escribió un Evangelio que es muy diferente a los demás. Comienza, no con la genealogía o la historia del nacimiento de Jesús, sino afirmando que Jesús es Dios. Qué manera contundente de empezar por parte de un hombre que vivió con él. Si Juan, que durmió en las mismas casas que Jesús, caminó incontables millas a su lado y comió muchas veces con él, estaba convencido de que Jesús era Dios, tal vez debamos hacerle caso, ¿no crees?

Cuando leas el libro de Juan, léelo en primer lugar como la Palabra de Dios, pero también como la historia de un hombre que echa de menos a su gran amigo. ¿Estás buscando hoy a Jesús o a un amigo? En el Evangelio de Juan los encontrarás a los dos.

MH

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