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NADA MÁS QUE LA VERDAD

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«"¿Y qué es la verdad?" Después de hacer esta pregunta, Pilato salió otra vez a hablar con los judíos, y les dijo: "Yo no encuentro ningún delito en este hombre"» (Juan 18: 38).

Hace poco quedé con un miembro de la iglesia para hablar. Al haber crecido en un entorno legalista y controlador, este hombre ya adulto está descubriendo ahora una nueva libertad para hacer preguntas y explorar su fe. A medida que ha ido leyendo, ha expandido su concepto de la verdad; más en concreto, de la verdad absoluta. Esta es una dificultad que tiene mucha gente.

La idea de «verdad» puede resultar especialmente poco atractiva si has vivido en un entorno cristiano en el cual a menudo se utilizan frases como «tenemos la verdad» comparándose con otras personas sinceras cuya fe es diferente. Uno tiende asentirse superior con este tipo de conceptos. Y este hombre había llegado a la conclusión de que quizás no exista una verdad «absoluta». He escuchado a muchas personas decir esto, incluso en mi familia. Quizás lo hayas escuchado a alguno de tus compañeros de clase o a tus padres. Definitivamente, es una manera mucho más sencilla de ver las cosas. Si no hay una verdad absoluta, entonces todo el mundo tiene parte de verdad. Pensar así nos puede evitar muchas situaciones incómodas.

Cuando Pilato tuvo el destino de Jesús en sus manos e intentó averiguar quién era, le preguntó retóricamente: «¿Qué es la verdad?». Dio a entender que la verdades relativa. Sin embargo, asegurar que no podemos conocer la verdad supone un gran problema. Afirmar que no se puede conocer la verdad implica, de hecho, una declaración de la verdad. Si fuera verdad que no podemos conocer qué es la verdad, ¿cómo podríamos saber eso? ¿Cómo puedes saber que algo no es verdad a menos que sepas qué es la verdad? Esta argumentación sorprendió al hombre con el que yo estaba hablando y reconsideró su posición.

Vivimos en un mundo que prefiere dejar la verdad en manos de cada uno y no entrar i en controversias acerca de qué es correcto o incorrecto. Eso es lo que le gusta hacer a Satanás. Si logra difuminar las líneas que delimitan lo que está bien de lo que está mal, puede hundirnos. Nuestra única esperanza es seguir el ejemplo de Jesús, el camino, la verdad y la vida.

SP

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