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Hay cuatro cosas en el mundo que intento evitar a toda costa: limpiar inodoros, escribir tarjetas de agradecimiento, comprometerme a algo antes de tiempo y firmar anuarios. Esta última, todavía hoy, hace que mis compañeros de la academia se enojen conmigo. Ellos escribían páginas y páginas en mi anuario mientras que yo guardaba los suyos cinco o seis días y no escribía ni una palabra. No puedo explicar por qué, solo puedo decir que sentía demasiada presión. Me resultaba sencillo escribirles algo a mis compañeros, pero, ¿cómo darles a mis mejores amigos un mensaje profundo en pocas palabras? Me llevaría semanas y varias páginas capturar todo lo que significaban para mí. Así que, como no podía resumirlo en unas líneas, no escribía nada.
Cuando llegó al final de su Evangelio, el apóstol Juan también se dio cuenta de que, aunque había escrito muchas cosas, le resultaba imposible capturar todo lo que Jesús había dicho y hecho. Por eso escribió el versículo que aparece arriba, con el que se cierran los Evangelios. Así que, mientras escribo esta última lectura relativa a los Evangelios, siento lo mismo que sintió Juan. Si quisiera contar todas las cosas increíbles que hizo Jesús, este libro no terminaría nunca. Nos hemos dejado muchas cosas en el camino: alimentó a cinco mil personas con solo un aperitivo; resucitó a Lázaro; derribó los puestos de compra-venta que había en el templo; y, un día abrasador, junto a un pozo, sorprendió a una mujer desconocida revelándole secretos de la vida de ella. Juan dice que hay muchas, muchas más historias que desconocemos. ¿Eso no te da curiosidad? ¿Qué cosas de Jesús no podremos conocer hasta que estemos en la tierra nueva?
Eso es lo increíble de Jesús, que siempre hay algo más que aprender de él; que nunca sabremos lo suficiente acerca de él. Incluso aunque pases mucho tiempo con Jesús y te leas la Biblia de tapa a tapa, siempre tendrás algo nuevo que aprender de él. Su vida y su personalidad son tan ricas que nunca llegaremos a conocerlas por completo. De manera que, si empiezas a sentir que ya has oído todo lo que hay que oír acerca de Jesús, recuerda que no sabes ni la mitad. Sigue buscándolo y seguirás aprendiendo.
MH