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NO HAY FAVORITOS

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«Ahora entiendo que de veras Dios no hace diferencia entre una persona y otra, sino que en cualquier nación acepta a los que lo reverencian y hacen lo bueno» (Hechos 10: 34-35).

Una de las peores cosas de las que se puede acusar a un profesores detener favoritos, ¡Cómo me molestaba eso! Es como que me digan que soy injusta. Pero, en realidad, los profesores sí tenemos favoritos, solo que no queremos que se sepa. Además, nosotros no elegimos a los favoritos como la gente piensa. Algunos alumnos son sencillamente un soplo de aire fresco. Los que realmente hacen sus tareas, los que parecen interesarse por lo que decimos e intentan escuchar las explicaciones que tantas horas pasamos preparando, esos alumnos, nos hacen felices. ¡No podemos evitarlo!

Los judíos creían que eran los favoritos de Dios, los únicos que recibirían la salvación. Por eso Pedro se sorprendió cuando Dios lo envió a los gentiles después de la visión que tuvo de la sábana con animales impuros que Dios declaró simbólicamente como puros. Era casi impensable para un judío que Dios llegara a los gentiles. En el Antiguo Testamento, Dios defendió a los israelitas y permitió la destrucción de las naciones vecinas. Parecía que Dios tenía un pueblo «favorito». Pero lo que los judíos no comprendían era que sus favoritos no eran las únicas personas elegidas para la salvación. Más bien habían sido elegidos para que llevaran la salvación al resto del mundo. Sin embargo, tal y como hemos visto en el Antiguo Testamento, no lo hicieron. Por eso, cuando sus instrumentos «escogido» no lograron llegar a los demás, Dios supo que alguien tendría que hacerlo en su lugar: Jesús. La vida de Jesús fue un testimonio vivo de que la salvación era para todos: samaritanos, romanos, esclavos y pecadores incluidos.

Dios no tiene favoritos. ¡Nos ama a todos! Por desgracia, nos parecemos más a Pedro de lo que nos gustaría. Creemos que ciertas personas, razas o grupos sociales son mejores que otros, o que ciertos cristianos somos mejores que los demás. Puesto que nuestro mensaje es fiel a la Biblia y nuestro estilo de vida es tan beneficioso, nosotros, los adventistas, a menudo menospreciamos a los creyentes de otras denominaciones. Pero, como descubrió Pedro, este no es el modo en que Dios quiere que actuemos. ¿Hay personas a las que menosprecias? Mientras que tú las consideras insignificantes, Dios está tratando de salvarlas. Este es un buen momento para que pidas al Señor que te enseñe a valorar a las personas que estás evitando.

MH

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