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CUANDO ESTABA en los últimos años de primaria, escuchaba algunas cosas en mi salón de clases que me ponían triste. Lo más triste de todo es que yo misma oía a mis compañeros decírselas a otros compañeros. Te las pongo aquí como ejemplo de lo que no debes decir jamás. Aunque te puedan parecer graciosas, son en realidad muy tristes. Quien las dice demuestra no tener amor, compasión ni respeto por nadie. Así que no las repitas ni en broma. Esas frases son:
«Te voy a dar dos medallas, una por tonto y otra por si la pierdes». «Para lo gordita que estás y el calor que hace en este salón, hay que ver lo poco que sudas». «¿Eres tú quien estaba tocando la guitarra? Pues tiene más ritmo un aguacero», «Para ser rubia, no eres tan tonta». «Todos jugamos un papel en la vida, el tuyo debe ser el de papel higiénico». «No eres un inútil total, por lo menos sirves de ejemplo de lo que no hay que hacer». «Eres tan fea que solo te guiñan el ojo los francotiradores». «Una vez tuve un perro más listo que tú». «Si la belleza es como una flor, tú eres tan fea como cinco pesos de cilantro». En fin, no sigo diciendo más porque todas son igual de crueles.
No sé por qué, pero a algunos jovencitos de tu edad les gusta dirigirse a los demás en estos términos tan horrorosos. Espero que no seas tú uno o una de ellos. Ridiculizar, humillar o insultar no debería ser nunca una opción. Dime, ¿qué se gana con burlarse de otro? Quizás si hubiera más jovencitos valientes que defendieran con inteligencia a quien recibe este maltrato, dejarían de decirse tonterías como estas. ¿Cómo crees que se siente la persona a la que le dicen cosas así? Tal vez sería, pero por dentro se siente muy triste.
Querido amigo, querida amiga, tenemos que ser sensibles hacia los demás, tratar a todo el mundo como queremos que nos traten a nosotros. Vivir con respeto, con amabilidad, con cortesía y educación. Eso, claro, si queremos que este mundo sea un mundo mejor ¿Pero es que acaso alguien quiere que este mundo sea un mundo peor?