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¿ALGUNA VEZ te has preparado para algo? Por ejemplo, para tu fiesta de cumpleaños quizás ayudaste a tu mami a inflarlos globos; o tal vez la pasada Navidad pusieron juntos el árbol o salieron a comprar regalos. O cuando tienes un examen, ¿verdad que estudias con antelación todo lo que puedes para que te salga bien? O por ejemplo hoy, ¿acaso no vas a preparar la mochila de la escuela con los cuadernos y los libros que utilizarás mañana? Todas estas cosas son prepararse con antelación para un acontecimiento futuro.
Prepararse es muy importante; incluso los animales lo hacen. Durante el otoño, las ardillas recogen semillas y las entierran, para que cuando llegue el invierno tengan suficiente comida. Ellas pueden oler las nueces que están enterradas aunque el suelo tenga nieve por encima, ¡es increíble! Las comadrejas en el invierno cambian su pelaje de color marrón a blanco para pasar desapercibidas en la nieve y evitar así el peligro que se avecina. Esta es su manera de prepararse para el peligro. Cuando la primavera llega, pierden su pelaje blanco nuevamente. Durante el calor, los mosquitos se sienten atraídos hacia nosotros y por eso nos preparamos aplicándonos repelente en la piel. Prepararnos nos ayuda a que las cosas nos salgan bien y no nos tomen por sorpresa sin saber cómo actuar.
Como puedes ver en el versículo de hoy, Dios también se prepara para ciertas cosas, como por ejemplo para la segunda venida de Jesús. Está ilusionado con todo lo que vamos a disfrutar cuando estemos juntos en la tierra nueva. Si Dios se prepara para los grandes acontecimientos, ¿no crees que también debemos prepararnos nosotros? Prepararnos para la segunda venida de Jesús, ¿cómo se hace eso? Pues es muy sencillo, siendo todos los días amigos de Jesús y pidiéndole su opinión en oración antes de hacer cualquier cosa. Cuando llegue el día, nosotros ya estaremos caminando con él, así que simplemente nos trasladaremos al cielo a continuar con nuestra amistad. ¿Qué te parece si empezamos hoy nuestra preparación para ese gran día?