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Como una sensitiva

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«Ten cuidado de tu conducta y de tu enseñanza. Persevera en todo ello, porque así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen» (1 Timoteo 4: 16, NVI).

¿HAS VISTO alguna vez una sensitiva? Es una plantita muy común en el continente americano. Esta plantita tiene una peculiaridad: se marchita cuando la tocan. Cualquier contacto la pone a la defensiva y hace que se marchite y pierda su encanto.

Las plantas no pueden sentir como nosotros porque no tienen el mismo sistema nervioso que las personas y algunos animales. Ellas procesan los estímulos externos de manera diferente, pero sienten algunas cosas y reaccionan a ellas, gracias a una propiedad que tienen llamada irritabilidad. De ahora en adelante cuando veas una sensitiva, no la toques muy fuerte, para que no se marchite; solo mírala y disfruta de su belleza a la distancia, respetando su espacio vital.

Lo mismo hemos de hacer siempre en nuestras relaciones con los demás: respetar su espacio vital. No podemos tomarnos demasiadas con fianzas ni abusar de la paciencia o de la sensibilidad de la gente. Hacer lo es correr el riesgo de que las amistades se marchiten, y eso sí sería una lástima. Es muy bonita la amistad, y mantenerla a lo largo de los años. Para seguir disfrutando de su belleza, hemos de entender que nuestros amigos son personas sensibles, que se marchitan cuando somos duros o ásperos con ellos. Evitemos tratarlos de una manera que les haga daño.

En una ocasión yo me sentí muy mal cuando una persona hizo un comentario duro sobre mí. Después me enteré de que a esa persona le gustaba hacer bromas y que no tomaba a los demás en serio, así que ya no me dolió tanto. Pero mi sensibilidad no depende de la sensibilidad del otro. Para evitar problemas, debemos tener cuidado en la forma como nos dirigimos a los demás para que no se sientan mal. Pidámosle a Jesús sabiduría para que demos un buen testimonio de él y ejerzamos una buena influencia con nuestras palabras y nuestros hechos. Mostremos hoy a todos la ternura de Jesús. ¿Te gustaría que por una palabra tuya otra persona se pusiera triste? Claro que no. Estamos aquí para alegrar la vida a los demás, no para amargársela.

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