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THOMAS ALVA EDISON fue el inventor de la bombilla eléctrica moderna, pero además de tener ideas muy luminosas, tenía una bonita virtud, ¿sabes cuál? La paciencia. Edison era un hombre muy paciente. Para que veas hasta qué punto era paciente, te contaré un detalle sobre el proceso de inventar la bombilla.
Resulta que para lograr hacer funcionar la primera bombilla eléctrica, Edison tuvo que hacer muchísimos intentos. No le salió en seguida. De hecho, tuvieron que salirle mal más de mil intentos antes de acertar el primero. Después de tantos intentos fallidos, un día, uno de sus colaboradores en el taller, le preguntó:
-Señor Edison, ¿no está usted desanimado después de que le haya fracasado el invento más de mil veces?
Adivina qué le respondió Edison.
-¿Fracasado? -le preguntó, extrañado-. No sé de qué me habla usted, aquí no ha habido ningún fracaso. En cada intento me doy cuenta de una razón por la cual, de esa manera, la bombilla no funciona. Así que ahora ya sé mil maneras de cómo no debo hacer una bombilla. Solo me falta descubrir una manera en la que sí debo hacerla.
Por fin, el 21 de octubre de 1879, después de muchos intentos fallidos, Edison hizo la primera demostración en público de la bombilla incandescente ante tres mil personas reunidas en Menlo Park, California. No me extraña que ese paciente hombre llamado Edison inventara más de mil trescientos artilugios. La paciencia siempre da resultados excelentes, especialmente en nuestra relación con Jesús.
A veces queremos resultados ya, pero en la vida muy pocas cosas son automáticas. Casi todas requieren tiempo, esfuerzo, constancia y paciencia. ¿Estás dispuesto a eso para lograr tus metas? Entonces las obtendrás. Esperando, ahorrando, estudiando, haciendo planes, siendo paciente, llegarás muy lejos. Y lo que es más importante: si eres paciente, demostrarás a todo el mundo que eres siervo de Dios. Así lo dice nuestro versículo de hoy.