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UN MATRIMONIO que tenía un hijo de doce años y un burro, decidió viajar para conocer el mundo. Emprendieron su viaje con el único medio de transporte del que disponían: el burro. Cuando pasaron por el primer pueblo, la gente comentaba al mirarlos:
-Miren a ese chico maleducado, va sentado encima del burro mientras que sus pobres padres, ya mayores, tienen que ir caminando.
Al oír esto, la mamá le dijo al papá:
-Amor, no permitamos que la gente hable mal de nuestro hijo. Es mejor que él se baje del burro y que tú te subas en su lugar.
Así lo hicieron. El papá se subió al lomo del burro y continuaron viaje. Llegando al segundo pueblo, la gente comentó:
-Miren qué sinvergüenza ese tipo; él va cómodamente sentado en cima del burro mientras que su esposa, una mujer, tiene que ir caminando; y el pobre niño apenas le sigue el paso.
Afectados por el comentario, tomaron una nueva decisión; subieron a la mamá al burro mientras que el papá y el hijo continuaron el camino a pie. Al pasar por el tercer pueblo, la gente murmuró:
-Pobre hombre, después de trabajar todo el día y su esposa ni siquiera le permite ir descansando sobre el burro... Y pobre hijo, qué le espera con esa madre.
Decidieron entonces subirse al burro los tres y, en el siguiente pueblo, les gritaron:
-¡Brutos, van a partirle el lomo al burro!
Finalmente decidieron bajarse los tres e ir todos caminando, a lo cual los habitantes del siguiente pueblo comentaron:
-Miren a esos tres tontos, todos caminando cuando tienen un burro.
Cada persona piensa de manera diferente, pero nadie puede tomar decisiones por otro. Cuando tú tomes una decisión, asegúrate de que a Jesús le parezca bien y sigue adelante con su aprobación. No tienes que gustarle a todo el mundo. Si alguien te da un consejo que sea bueno y útil, está bien, acéptalo, pero no hagas o dejes de hacer algo solo por lo que digan los demás, Sé tú mismo y no te dejes afectar por las críticas destructivas. Si Jesús está de acuerdo, todo está bien.